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sábado, 28 de julio de 2012

Me pasó a mí...

                                          Recuerdo no con demasiada frecuencia un suceso hilarante que sucedió teniendo yo ocho años. En casa, todos los miembros de mi familia estallaron en carcajadas, todos...menos yo.
                           Hacía más o menos un mes que nos  habían instalado el teléfono, el primero que veíamos tanto los mayores como los niños, estos últimos por descontado no podíamos ni tocarlo. Tampoco teníamos adonde llamar pues pocas personas contaban con ese extraño aparato por esa época, pero mi padre convenció a mi madre de las maravillas y comodidades de la máquina y lo compraron. 
                           Era de color negro, de los primeros que salieron al mercado con la rueda y números en blanco. Mi madre sólo llamaba a diario a Paquito, el señor de la tienda de comestibles de la esquina y aplicadamente le dictaba la compra para que la enviara a casa. Yo la escuchaba desde mi cuarto y pensaba que cuando fuera mayor haría lo mismo. 
                               
                              El día que mi madre apurada con mi hermana pequeña en brazos y visita en casa, me quiso dar una oportunidad y me dio la lista de la compra para que yo llamara, creí que me moría.  
                               ¿Me consideraba tan mayor? Sentí como enrojecía y con sumo cuidado y sintiéndome observada por todos, levanté el teléfono y sin marcar murmuré: Paquitoo... 







     

sábado, 21 de julio de 2012

Ja, ja, ja...pero cierto.

                                  "En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven". Drauzio Varella

jueves, 24 de mayo de 2012

¿Y si pasara un día?


       ¿ Que les parece si el día menos pensado al levantarnos por la mañana, lo que  siempre habíamos  pedido  hubiera sucedido? Por ejemplo tener mas dinero, vivir en un chalet con jardín y piscina, mucha ropa en los armarios,  de marca, por supuesto, servicio doméstico. En fin, lo que uno se cansa de decir a lo largo de la vida sabiendo de antemano que no va a suceder. Pero, ¿ y, si un día sucediera ?
                      Claro que todo es un poco relativo, queremos estar mejor porque al compararnos con los que nos rodean, salir ganando y es lo que nos agrada, nos agrada ser los mejores del grupo en que nos movemos.
                      Pero si nos rodeamos de todos los lujos de los que hablo, al seguir siendo nuestro entorno  el mismo nos daremos cuenta de algunas cosas.  Nadie sabrá si lo que llevamos son diamantes o piedras falsas, ni si el visón es tal o imitación. 
                      Cuando invitemos a nuestros antiguos vecinos, a nuestro nuevo chalet y hagamos la consabida barbacoa con música, guitarras y olores de todo tipo, los nuevos residentes, que se suponen que serán de un olfato fino y delicado, protestarán a todos los niveles, pues no será costumbre de la zona.
                        ¿Y cuando nuestros hijos con sus amigos se tiren a la piscina, pegando esos horrorosos gritos como suelen hacer ?
                          No creo que sea buena idea salir de nuestro entorno con demasiado dinero, quizá un poquito más, sí, pero la abundancia en este aspecto, creo que sería.... el peor de los errores.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Aquella mañana.


                                   Subí y subí por la escalera de intenso color azul eléctrico, en algunos tramos el tono era algo mas claro, lo que hacía que se unificara con el celeste del cielo. Parecía no tener fin y el cansancio hizo mella en mi ánimo, deseaba tan sólo sentarme un rato o al menos llegar al término de aquella alucinación que no entendía.
                   Los ojos empezaron a dolerme de un modo atroz, un picor doloroso y penetrante hizo que el intentar abrirlos me resultara imposible pues me lo impidieron los múltiples tonos de amarillo que los bloqueaban; amarillos brillantes que de tan resplandecientes refulgían en millones de formas distintas de tornasolados, invadían mi cerebro, me invadían a mi misma.
                Sentí  la desesperanza de la muerte próxima. El grito que pugnaba por salir de mi garganta,  jamás lo hizo, pues quedó ahogado por una fría ola que al subir la marea, mojó mis piernas, me senté de golpe, respirando entrecortadamente.
                 Miré a mi alrededor y hacia arriba, el sol estaba ya en lo alto, llevaba toda la mañana en la playa. 

domingo, 20 de mayo de 2012

Seres humanos


                            La visión del intenso color blanco se desparramaba por la oscuridad, no era muy accesible a quien no se dignara mirar al cielo pues parecía simplemente que una luz encendida en alguna parte iluminaba el camino.
                 La luna llena permanecía estática, con su pequeño planeta de guardaespaldas que acometía su trabajo a la perfección. Tanto relucir formaba sombras en la tierra en donde la mitad del mundo moría  entre  los enigmas y secretos de la noche.
                    Tropecé sin querer  creyendo que había un hueco cuando sólo era la proyección  de la silueta de un pequeño muro de piedra, me levanté con rapidez y seguí la marcha, no tardé mucho en encontrar lo que quería, en el claro del bosque, la reunión había empezado.
                  Era una reunión de hombres y mujeres, mujeres y hombres de ayer y de hoy jóvenes y viejos. Hombres y mujeres de siempre. Cantaban felices de estar vivos, de haber comido ese día y de sentirse llenos de salud. También lo hacían por tener la fuerza suficiente para rezar y agradecer cada uno a sus dioses el poder sentirse unos a otros.
                         Me uní a ellos, no era la primera vez que lo hacía pues hacía varios años que mi abuela me invitaba.
                       Se había cambiado de casa y se alejó de la antigua, los habitantes de la región eran cada vez menos, así que ahora el bosque de aquella parte de la Tierra era su vida.
                Acabamos la noche exhaustos, las danzas y los cánticos habían minado nuestras energías. Al amanecer, el nuevo día nos hizo revivir de nuevo y cada uno emprendió la marcha a sus quehaceres cotidianos.






Niños chinos atascados...


                  Los niños chinos tienen un problema, se quedan atascados en cualquier parte. 
              ¿Que pasa, son más pequeños que el resto, más traviesos, tienen una hiperactividad diferente a los demás?
                 No, el asunto que tendríamos que estudiar, es porqué siempre son chicos, ¿ donde están las niñas?, o es que no existen?...   
                           Lo he meditado muy mucho, es un tema digno de ello. En otras partes del mundo no sucede así. Pero yo he averiguado el porqué de esta terrible pregunta.
                             Los niños de este país lejano, se meten en lugares imposibles porque están, simplemente,... buscando a las niñas.




jueves, 22 de marzo de 2012

Puede pasar...

                                             Una vez más salí de otra editorial cabizbajo y con mi proyecto en la mano. No me lo publicaban. Aveces pensaba que ni tan siquiera lo leían. Una vez en la calle, la indecisión de  no saber hacia donde ir, me indujo a entrar en la cafetería de la acera de frente. Un café cargado y un cigarrillo, era lo que deseaba en aquel momento.
                                       Entonces pasó lo que en las películas americanas: entró ella.
                                        Alta, un tanto desgarbada tenía un cierto parecido a Julia Roberts. No era guapa como la actriz, el pelo cortito le daba aire de "chicazo". Me quedé mirándola embobado, ella ni se fijó en mí. Se sentó al fondo del local y me cambié de silla para poder observarla mejor.                                    
                                        Dejó sobre la mesa una carpeta de cartón azul, de esas antiguas, y con gesto de desgana apoyó las manos bajo el mentón mientras miraba a lo lejos. Se despertó al acercarse el camarero e hizo el pedido. Un café doble y un croissant. Me agradó que fuera "cafetera" como yo.
                                   Se entretuvo un rato haciendo llamadas y cuando vi que guardaba el teléfono y empinaba la taza de café, me acerqué a ella. Me miró sin verme y de pronto levantó de nuevo la vista algo asombrada y me llamó por mi nombre.
                                        Para horror mío no la recordaba, pero en seguida caí en la cuenta de quien era. Habíamos sido vecinos cuando niños. Lo que recordaba, era todo lo contrario a lo que tenía delante, ella era simplemente...perfecta. Buena conversadora sabía escuchar y me preguntaba cosas de continuo interesándose por mi vida. Las horas pasaron volando a su lado, nos despedimos hasta el día siguiente en que quedamos a cenar.
                                            Me recordé cuando entré esta mañana en la cafetería cabizbajo y triste. Ahora salía una persona, simplemente, feliz.










   

sábado, 7 de enero de 2012

Se fueron con ella.

                              La noche había caído con rapidez, el jardín trasero en donde se encontraba, permanecía tan oscuro que no atinó a ver siquiera el paquete de cigarrillos. Tanteó sobre la mesa hasta encontrarlo, encendió uno y aspiró el humo con la misma falta de pasión que ponía en todo lo que hacía.
                                 Era su forma de estar hacía ya varios meses, le podía el desánimo, una absoluta falta de ilusión en todo lo que hacía.
                                     Dio un par de caladas al cigarro y lo apagó. Le molestaba sentirse de esa manera, pero desde la huida de Gabriela, permanecía de esta forma.
                                      Estaba claro que la manera que tuvo de marcharse, sin decirle adiós, fue un auténtico golpe, pero no se dio cuenta sino con el paso del tiempo. La echaba tanto de menos,  que pensaba a todas horas en ella. Durante varios días tuvo la esperanza de que volviera, ahora ya no tenía esperanza ninguna.


             Aunque todo empezó como un atardecer, terminó con la salida del sol. Conoció a otra mujer con la que compartió su vida y parte de sus ilusiones...pues otra parte se habían ido... con ella.                  


















    

martes, 20 de diciembre de 2011

Cosas del pasado.

                                    Al morir sus padres, Grabiela  abrió los ojos a la vida. Llamó así al sentir que tuvo a posteriori. Ellos cuidaron a sus hermanos y a ella en sus necesidades básicas, pero tenían otro tipo de necesidades que nunca fueron cubiertas. Sus padres no sabían como dar cariño a sus hijos. Los mantenían al margen de cualquier roce, abrazo o siquiera un beso de buenas noches. Jamás supieron el significado de un abrazo.
                                       Cada vez que ellos se acercaban mendigando cariño, sólo recibían un empujón o un desaire. Y vivieron siempre de esa forma. Cuando mayores, ninguno de ellos sabía dar lo que no recibieron.
                                         La que más lo sintió fue Gabriela, quizá por ser más sensible o por ser mujer. Cuando tuvo su primer novio y él intentó tocarla, ella reaccionó de manera imprevisible, simplemente salió corriendo. Pero a pesar de todas la trabas sicológicas que tenía, tuvo suerte, pues conoció a una persona que la ayudó a salir de sus conexiones con el pasado. Juan y ella formaron en el tiempo una pareja casi perfecta, una familia dedicada por entero a sus hijos.










                                         
                                    

sábado, 10 de diciembre de 2011

Penas en el alma.

                                Caminaban juntos, manos unidas y cabezas gachas mirando al suelo. Sabían que todo estaba a punto de acabar, que la relación no daba más de sí, que era imposible seguir juntos.
                                 Pero a pesar de saberlo, algo les incitaba a seguir un rato más de la mano, como si fuera la oportunidad perdida, quizá pensando que existía la posibilidad de un mágico hechizo desconocido. 
                                   Ojos llorosos y pena en el alma. La pareja mantenía unida su pena durante un rato más, quizá pensando que en breve la historia acabaría y que juntos terminarían ese momento tan angustioso.
                    Caminaron un rato más sin pensar en nada, sólo los recuerdos se agolpaban en sus mentes, una revuelta de sensaciones y sentimientos que no podían deshacer.
                                 Al rato, terminaron de pensar y de inquietarse, una calma de lo más apacible los invadió y fue en ese momento cuando sintieron que sus males habían acabado y que las ansias y las penas de tiempo atrás eran cosa del pasado.                 

lunes, 5 de diciembre de 2011

El paseo de Javier Torres


                    La salida del pueblo, sin luces, era fúnebre y sombría, un camino de tierra, como correspondía a aquel lugar pequeño y con pocos habitantes. Javier Torres, atravesó el único sendero por el que podía caminar para su paseo nocturno, era tarde y sabía que no se encontraría a nadie y si alguien lo viera, no le parecería extraño, dado su carácter reservado y taciturno.
                         Hacía diez años que escogió aquel sitio para vivir precisamente por su poca gente y por ser tan pequeño. Los vecinos vivían alejados unos de otros y desde la casa de Jorge a la más próxima, distaba casi un kilómetro.
                       Aquella noche, no paseaba en paz, se sentía como observado, como si tuviera compañía, se volvió atrás varias veces, pero aunque hubiera habido alguien, en aquella oscuridad no lo habría visto. Intentó relajarse y pensar en otras cosas.
                Trabajaba en una empresa de contable, lo hacía en casa por ordenador y recibía puntualmente su nómina. Relaciones con otras personas practicamente no tenía, y no recordaba la última vez que se acostó con una mujer.
                     En esos pensamientos andaba, cuando una luna no muy grande, pero brillante, empujó unas nubes e iluminó el sendero, Jorge miró hacia el cielo agradecido, pues caminar fué ahora más fácil.
                       En ese momento, sintió como le tiraban unas piedrecillas en la espalda, se quedo atónito, no podía haber nadie a esas horas por allí, un sudor frío lo invadió y el miedo lo hizo parar en seco, se volvió despacio, no tenía nada con que defenderse, pero allí no había nadie. Decidió dar la vuelta e irse a casa, el paseo ya no era agradable, con paso rápido, comenzó la retirada.

                         Cuando ella saltó de una enorme roca a su derecha y quedó plantada a un metro de él, el corazón desbocado de Jorge, estuvo a punto de salirse del pecho. La miró desafiante y la pregunta de rigor —¿y tú quien eres?—, salió de su boca sin querer. 
                    La desconocida, callada y quieta, vestía una especie de camisón transparente e iba descalza, el pelo oscuro hasta la cintura y  rasgos disarmónicos, lo que la hacía una mujer fea.
                          Después de un minuto de silencio en donde los dos se contemplaron, Jorge intentó seguir su camino, pero la mano de la chica, firme y ancha, lo empujó con fuerza y le impidió el paso. Era más alta que él, casi le sacaba media cabeza, en un cuerpo a cuerpo, él tendría todas las de perder.
                                Intentó pasar de nuevo mientras pensaba, esta loca saca un cuchillo y me lo clava. Pero no, ella lo acercó dulcemente por la camisa y lo pegó a sus pechos, mientras lo besaba con sus labios cerrados recorriendo su boca, ojos, nariz y orejas, Jorge totalmemente sometido, había claudicado ante aquellos labios gruesos y algo rugosos.
                                  Cuando acabó con su cara, la camisa de la chica ya no existía, se ofrecía ante él un cuerpo blanco que el sudor hacía brillar a la luz de la luna, era como un regalo de medianoche. En un recodo del camino lo empujó y le quitó la ropa , él poco tuvo que hacer, salvo no intentar volverse loco, porque aquella mujer hizo con él lo que quiso; cuando entreabrió la boca, su lengua saboreó su cuerpo de arriba a abajo y vuelta a empezar.
                                  La madrugada los sorprendió cansados y satisfechos. Con la salida del sol, la mujer se puso en pie, cogió su camisón y sin decir nada, se marchó corriendo.
                            A la mañana siguiente, los periódicos hablaban de la fugitiva del Centro de Salud Mental, que de vez en cuando, no sabían como, se escapaba y la violaban...
                                Lo que ellos no sabían era que de vez en cuando ella  buscaba un hombre para hacerle el amor, con pasión, ternura, sensibilidad, cariño e imaginación.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Marian.

                                          El día en que Carlos se despertó, y no vio a Marian en su cama, no le pareció extraño. Tenía por costumbre levantarse temprano y en esas horas arreglaba la casa y regaba el jardín.
                                 La buscó por todos lados e incluso una de las veces se asomó al jardín y grito su nombre. Pero Marian no estaba. Se quedó unos minutos dudando que hacer, nunca se había visto en éstas circunstancias y se quedó perplejo agarrando la puerta de entrada, esperando que apareciera en cualquier momento.                                   
                                   Pero Marian no volvió nunca. 
                                  Días más tarde le llegó la citación del juzgado.
                              No podía creer que fuera una denuncia de "su" Marian. Era imposible, no le pareció motivo suficiente el que él a veces, perdiera un poco los papeles y le levantara la mano. Llevaban siete años de matrimonio y él, la quería. 
                                 Pero el juez fue implacable, un año de prisión. 
                                Para entonces, Marian había empezado a estudiar lo que él nunca quiso, trabajaba, él nunca la había dejado y sentía que la protección de su nuevo grupo la hacía cada día más fuerte.








                                         

domingo, 13 de noviembre de 2011

Ellas, tan especiales y sugerentes.


ELLAS, TAN ESPECIALES Y SUGERENTES.





                              Las adoraba. Eran tan especiales y sugerentes, que desde siempre me sentí interesada por ellas. Me gustaba la manera aquella tan suya de expresar al mundo su feminidad, no se avergonzaban de ser mujeres, todo lo contrario, se las veía felices y satisfechas con esa forma de sentir. Desde muy chica quise ser igual que ellas. Atractivas y sugerentes. Difícil lo iba a tener, pues me parecía casi imposible poder llegar a su nivel.  Cuando supe que bailaban en el bosque, que a veces, en las noches de verano desnudaban sus cuerpos y se sumergían en la fresca corriente del lago, aun me gustaron más, pues mi desbordante imaginación, las veía en la oscuridad, iluminadas sólo por las luciérnagas que revoloteaban a su alrededor. Pensé en ellas como seres tan especiales, que ni yo misma supe darme cuenta del alcance de mis pensamientos.
                                        Así que el momento aquel en que contacté con mis preciosas amigas, fue uno de los días mas felices de mi vida. Nos fuimos de acampada una docena de conocidos y allá por la medianoche, las escuché. Los sonidos musicales me despertaron y al rato, las risas de tan divertidas y simpáticas, me hicieron levantarme.
                                        Las ví. se lo pasaban muy bien según la forma en que se movían, bailaban al son de unos instrumentos musicales que desconocía. Danzaban de mano o sueltas, pero llamaba la atención la manera en que disfrutaban del momento.
                                          Difícil va a ser que en algún momento pueda parecerme a ellas, pero lo que si tengo claro, es que por siempre, las admiraré.
                                       

martes, 1 de noviembre de 2011

Amanecer en Halloween.

                               Anoche salí de fiesta, un hermoso zombi de labios gruesos y sangrienta mirada quiso ligar conmigo pero al rato de estar uniendo nuestras copas en medio del bullicio que nos rodeaba, una bruja cruel y de ojos feroces, lo arrebató de mi lado.
                            Ya estaba acostumbrada a que extrañas y desconocidas brujas me arrebataran a diferentes zombis que se pegaban a mí, así que no me pareció nada especial y seguí paseando por la plaza en donde se celebraba la noche de Halloween. Entre empujones, risas, sustos y mohínes de unos y otros a cada cual más patético, pasé parte de la noche hasta que llegada la madrugada medio borracha bajé a pasear a la playa a ver si con la brisa marina se me pasaba un poco el mareo y podía coger el coche para marcharme. 
                    Me compre una botella grande de agua y empecé a beber para diluir el alcohol ingerido . Me arremangué mi traje de monje siniestro que en mala hora se me ocurrió pues tenía un calor de mil demonios. Prescindí de las sandalias monjiles y el frescor del agua hizo su efecto, que delicia, pequeñas olitas iban y venían dejando un rastro de suave espuma. Por un momento recordé cuando éramos chicas e íbamos los veranos a la playa con mi madre, pasábamos tardes eternas entre bocadillos de tortilla y tupper. de ensaladilla rusa, la verdad no pensé que recordara con tanto cariño aquellas tardes de mi infancia.
                       Me paré un momento a beber agua y mirar una pareja de fantasmas que aprovechando la oscuridad entremezclaban sus sábanas y algo más, supuse. Más allá una especie de enterrador sentado frente a la orilla no le preocupaba que lo mojara el agua.
                        Al pasar a su lado vi que había vomitado y en su cara maquillada de gris, el surco de las lágrimas iba dejando una huella.
                       "¿ Necesitas algo ?" "¿ Quieres que me siente contigo un rato ?". Sorprendentemente para lo que esperaba, musitó un "sí ".  
                             Después se quedó callado como correspondía al disfraz que llevaba, yo, a su lado, también en silencio. Así permanecimos casi una hora, le ofrecí agua varias veces y todas aceptó, no dejó de llorar un sólo momento. Me levanté para mojarme los pies y saqué de mi bolso un cigarro, oí su voz por segunda vez en la noche : "¿ me invitas ?", "claro," le dije y le ofrecí la caja, con unos dedos limpios y largos, cogió uno y lo encendió. 
                              Vimos juntos la salida del sol en ese silencio compartido, cuando ya empezó a molestarnos su brillo, él se levantó, yo hice lo mismo. Entonces dijo la frase más larga que le escuché en la noche : " en ésta noche de Halloween, lo mejor que me ha pasado, ha sido tú, gracias."  
                                Y con las mismas, mi enterrador se marchó playa arriba.



               











martes, 11 de octubre de 2011

Amantes...

                                       Despacio, procurando no hacer ruido, salí de casa esa mañana, era un día como cualquier otro pero para mí tenía un significado especial. Después de muchos años de matrimonio y  los cinco últimos de desamor, tenía un amante.
                          Como lo conocí y dónde no tiene demasiada importancia, cualquier lugar es bueno para congeniar con alguien. Pero el día de hoy era un tanto diferente, pues nunca me había reunido con él un día festivo. Generalmente lo solía hacer los días en los que trabajaba, al ser autónoma y decidir mis horarios, nunca tuve problemas. 
                            Cuando me casé lo hice profundamente enamorada y jamás se me ocurrió pensar que algún día lo iba a sustituir en mi cama. Pero la convivencia produce ese tipo de relación en la que si no  lo trabajas terminas viviendo con un hermano. Así era mi vida con Claudio, al principio todo enamoramiento y pasión desbordante, pero después de tantos años se había convertido en un familiar cercano.
                               Yo necesitaba a mi lado una persona que me hiciera recordar que cada mañana los días son diferentes. Entonces apareció él y vi de nuevo  salir el sol cada mañana.
                                Pero como siempre hay un pero para todo, éste empezó cuando me necesitó más.
                            Más horas a mi lado, más compartir momentos y más amor. Me decía continuamente  que me quería junto a él  y lo triste que se quedaba cuando me  marchaba.
                               Fui tan tonta y  ciega que accedí a sus súplicas, me separé, dejé atrás toda una vida y me fui con él, pensé que sería diferente...

                              Pero nada cambió,  por eso ahora, de nuevo...tengo un amante.  




















                               
                           

lunes, 10 de octubre de 2011

Diario de una prostituta.

                                    La subvención que me dio el gobierno para el mantenimiento de mis hijos, era a todas luces insuficiente, conseguí una casa en donde limpiaba y cuyo dinero era una ayuda importante. Ese trabajo me duró dos meses, eran un matrimonio con dos hijos y al marido lo trasladaron a otro país, por lo que  me quedé sin empleo. 
                            A diario llamaba a conocidos y amigos intentando que me recomendaran para algún trabajo, era complicado y lo sabía, pero insistía una y otra vez. El día en que llamé a mi amiga Martha, quedamos en vernos pues me dijo que tenía algo para mí. 
                               Nos encontramos al día siguiente en un parque cerca de mi casa. Cuando la vi llegar casi no la reconocí, tacones inmensos y el color del pelo cambiado a un rubio oscuro. Hacía muchos años que no nos veíamos, compartimos una adolescencia de escasez, y ahora verla allí como una ricachona, me dejó gratamente sorprendida.
                             La prostitución de lujo era el empleo de su vida. Y era lo que me venía a ofrecer.
                              Al principio me negué en rotundo, era algo que no pasaba por mi imaginación, pero según ella me iba haciendo una exposición de lo que ganaba y como trabajaba en un club nocturno, terminé casi convencida.
                                Y de esa manera me vi inmersa en la siniestralidad que implica la noche. Tres años después había ganado mucho dinero y ahorrado bastante. Como mi mayor afición fue siempre la lectura y escritura, empecé a escribir un diario.
                            Lo publiqué un años más tarde y fue un rotundo éxito. Diario de una prostituta,así lo titulé. Fue entonces cuando me pude apartar de la odiosa vida que llevaba.
                               Al final fueron las palabras las que me sacaron de la miseria.      







                                                                                       

viernes, 7 de octubre de 2011

Indecisiones.

                                        Lo llamé temprano como me dijo, al oír su voz pude sentir el aroma de su colonia barata y casi vi su pelo engominado. Estaría recién duchado y  con cara de sueño, algo pálido por la reciente levantada y de mal humor.
                             Conocí a Juanma en una excursión que hice al campo, nueve amigas decidimos llevar a otros tantos conocidos del sexo masculino, fue un éxito y lo pasamos tan bien que nos emplazamos para repetir un mes después.
                                Juanma pertenecía a la clase de hombres que me gustaba, algo vulgar y con una media sonrisa que decía que las responsabilidades no iban con él. De mediana estatura, los vaqueros apretados y una camisa también vaquera de muchas temporadas atrás. Me enganchó en seguida, no se si fue la mirada penetrante y perspicaz o una sensación de astucia, lo cierto es que según lo vi me temblaron las rodillas.
                          Un mes más tarde él compartía mi piso y...poco más. Sin trabajo fijo, jugaba con lo que iba saliendo aunque no más de tres días seguidos, misteriosamente al cuarto ó quinto día siempre lo echaban. Yo pagaba mis gastos y los suyos y él, utilizaba mi coche y mi casa como propios.
                             Seis meses después de estar viviendo juntos, ya no sentía la misma pasión por él que cuando lo conocí, más bien se había convertido en desagrado. La ceguera del principio había desaparecido y se transmutó en apatía y frialdad. Reflexionaba con frecuencia en la forma en que podía hacerlo salir de mi casa.

                            Han pasado dos años y seguimos viviendo juntos, nunca imaginé que me tomaría tanto tiempo tomar una decisión.        









jueves, 6 de octubre de 2011

Dos versiones.


AVIONETA

                                Primera versión :
                          Las llamadas sonaban siempre a la misma hora, me encontraba en mi primer sueño cuando el desalmado me despertaba. Sólo un suspiro al otro lado dejaba entrever que estaba ahí.                                                       

                       Después de varios meses de angustia acudí a la policía, me dijeron que hiciera una lista de las personas que habían entrado por último en mi vida o las poco conocidas, que la revisara y si encontraba algo que me pusiera en contacto con ellos de nuevo.
                         Pero no encontré nada que me llamara la atención, la lista resultó corta, pues después de anotar al panadero y al chico de la compra, me fue difícil encontrar a alguien que hubiera entrado en mi vida recientemente, tanto mi marido como yo llevábamos una vida de lo más insulsa, trabajo, casa y casa y trabajo. 
                            Me sentía vulnerable, incluso por la calle pensaba que me podían estar siguiendo. La situación se volvió irracional cuando me enteré, con ayuda de la policía, que el acosador vivía bajo mi propio techo.


                        Segunda versión :  
                     La sentía  lejana a mí y con frecuencia recordaba el inicio de nuestra relación, en que ambos íbamos juntos a todas partes, nos comíamos el mundo con nuestras ilusiones y proyectos. Pero esa etapa de nuestras vidas acabó en cuanto a ella le propusieron un alto cargo en la empresa. La dedicación al trabajo le ocupaba las veinticuatros hora del día, yo pasé a ocupar un segundo lugar. 
                          De ahí a tener habitaciones separadas hubo un paso, el pretexto fue que también era su despacho y que no descansaba bien con mis ronquidos. 
                           A veces pasaba días sin verla, la echaba de menos, necesitaba el cariño perdido. 
                           Llevo tres meses de angustia que cede un poco cuando la llamo, es el único momento del día en que se dedica...sólo a mí.





miércoles, 5 de octubre de 2011

Decisiones.

          Un cierto temor a equivocarme, acrecentaba mi inseguridad y cobardía.
             Así etiquetaba el miedo que se apoderaba de mí al llegar a casa. 
            Vivir con él, era estar la mayor parte del tiempo en la cuerda floja, no sabías en que momento y por que razón, saltaría como un energúmeno. Temblaba como una hoja cuando se acercaba, y no sabía que actitud tomar.
              Día a día, esperaba el instante en que podría salir de esa prisión. Así y todo, he llegado a ser una mujer hecha y derecha y por un  motivo u otro, no lo he abandonado.
                      Vivo sin esperanza y no espero nada del futuro, lo único que me mantiene es el desafío de la supervivencia diaria.                
                      Por ese entonces llevaba un estilo de vida de lo más insulsa, si bien es cierto que mi pensamiento siempre estaba ocupado en él, en hacer las cosas lo mejor posible para no sufrir después las consecuencias. Pero nada era suficiente para su mente enferma.
                          Por aquel entonces sufrí un aborto y uno de sus amigos me aconsejó ir a un psicólogo, como él estuvo de acuerdo, acudí a uno cercano a mi casa. Eso fue el principio del fin.
                           Después de varias sesiones, comencé a abrir mi mente hacia otras expectativas que no sabía ni que existieran para mí. Simplemente, empecé a quererme. Para el psicólogo fue sencillo, absorbí con rapidez todo lo que me iba insinuando y pasados unos meses, tomé una decisión que cambió mi vida.  
                                     
                               

                        
                     

miércoles, 28 de septiembre de 2011

                                      
                                         EL PASO DEL TIEMPO.


                               Ser libre y feliz era complicado, pero esa fue la sensación que sentí durante toda mi infancia en playa del Hombre. El porqué la llamaban así nunca lo llegué a adivinar y tampoco me lo planteaba a menudo, tenía demasiadas cosas que hacer para estar perdiendo el tiempo.
                   Los deportes de mar ocupaban mi día a día, pero mi pasión principal era el submarinismo. Siempre empezaba de madrugada, me encantaba pisar la arena húmeda y oscura, la satisfacción del frescor en mis pies y el olor a las algas depositadas en la orilla no tenía comparación a ninguna otra.
                    Fue por esa época en que ya contaba los dieciseis, cunando tuve el accidente.
                   El conductor del otro coche iba borracho, yo venía con un amigo que era el que conducía. Él murió y a mí me tocó quedarme parapléjico. El hombre del coche que nos embistió salió ileso, conducía  un enorme todoterreno.  
                 Después del mes que pasé en el hospital, llegar a casa fue una alegría, mis padres y hermanos hicieron un enorme letrero de bienvenida, como los de las películas americanas.
                    No me vine a dar cuenta de cual era mi situación, sino pasados seis meses, ya me encontraba con fuerzas y compraron la silla de ruedas. Fue cuando la entraron en mi cuarto que me puse a llorar. 
                       --No quiero ese trasto,llevénselo--       
                        --Pero Marcos-- musitó mi madre --te va ayudar a desplazarte.--
                 Grité que no  quería, que no pensaba convertirme en un lisiado. Mi padre con tranquilidad y un punto de desasosiego en su voz, me dijo:
                       --Escucha Marcos, tienes que seguir viviendo a pesar de lo que te ha sucedido, intenta superarlo, sé que tienes miedo aunque tú ni siquiera te hayas dado cuenta. El miedo es una excusa que pone tu mente para no intentar hacer ningún esfuerzo, no dejes que la derrota te venza. 
                         --Sólo tienes que pensar que no te mato el otro coche, pero te puede matar el miedo.
                         Según fue pasando el tiempo Marcos aceptó su nueva forma de vivir. Hoy día, es un escritor de éxito.