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sábado, 7 de mayo de 2011

Ella y yo.

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             Cuando la divisé allí, tan feliz a lo lejos, quise de alguna forma, parecerme a ella, tener ese cuerpo y esa cara, esa alegría en la manera de actuar y de moverse, ser un ente con la suerte en sus manos, en donde se notaba que siempre tendría la felicidad sólo para ella.
             El día en que la observé por primera vez, estaba sentada en una media luna, parecía como si acabara de terminar de bailar, unos pájaros revoloteaban a su alrededor y se le veía contenta, sus manos en pleno baile, bajo ella, una serie de seres de nombres indefinidos, cantaban y se movían al compás de una extraña música, desconocida para mí.
            Me acerqué con cautela y la miré desde abajo, los demás no me hicieron ni caso, siguieron a lo suyo, canciones y bailes, pero yo, me quedé absolutamente fascinada por ella, quieta, sólo mis ojos en los suyos y al rato me pude dar cuenta de que también mi sonrisa se había hilvanado con la de ella.
             Minutos más tarde, su mano y la mía formaban un todo, bajó de donde se encontraba y me agarró con esa suavidad que sólo las hadas saben, empezamos una serie de movimientos a cada cual más intenso y casual. Cuando llevábamos casi no se cuanto tiempo, me dio un suave beso que supe era de despedida, ella se marchó hacia el bosque y yo....me levanté de la cama.
                     

lunes, 18 de abril de 2011

Fantasía en el bosque.

Inicié el trayecto sin ningún sentido, sólo empezar aquel sendero que me pareció de lo más atrayente, me sentí de alguna forma contenta, nunca había andado por esa parte y decidí que era un buen día para hacerlo. Caminé casi dos kilómetros, era un buen reto para mí, pues no estaba acostumbrada al deporte, hacía un hermoso atardecer y una suave neblina empezaba a inundar el bosque.
Una hora después, casi no veía nada, caminaba por simple instinto y la suerte me ayudaba, pues la vereda era accesible, no se notaban piedras ni obstáculos en el camino.
No entendía el porqué no llegaba a la zona en que se suponía estaba la bifurcación del terreno, en donde unos kilómetros después estaba el pueblo donde vivía. Al rato, en medio de la oscuridad, música y tañido de pequeñas campanas se empezaron a oír. Indicaba gente, así que me dirigí hacia el sonido con premura, se notaba lejos, caminaba lo más deprisa que me dejaba la niebla y la noche, que ya había invadido el bosque.
Algo de luz a lo lejos me ayudó, parecían hogueras o linternas.Pero no, una vez que llegué al sitio, me admiró como la extraña luz bajaba del cielo, un hada, sentada en una media luna, era la causante de tal efecto, ya que despedía un brillo tan intenso, que parecía pintar de tonos irisados el centro del bosque, los verdiazules y los celestes matizaban los árboles y arbustos cercanos. Durante un buen rato me quedé sin moverme del lugar en donde me encontraba, tumbado en una especie de montículo de hierba.
Elfos y duendes, pequeñas hadas voladoras y otras mayores, era una estampa realmente magnífica, cantaban y bailaban, al son de instrumentos que no conocía. Al rato, se marcharon formando una fila ordenada, yo, seguí allí un tiempo más, pensando que lo visto había sido un sueño, esperando despertarme.
No me desperté, había sido...real.

lunes, 4 de abril de 2011

Las sirenas.

                               Al acercarme a la playa y observar con detenimiento el agua, vi que en la orilla, que solía estar limpia y espumosa, se notaban una serie de extrañas figuras. Se percibían entre las rocas, brillantes y raras, nunca había visto cosas de formas tan peculiares y notorias. Eran como una especie de pequeñas algas, iluminaban la zona en donde se encontraban, haciéndola susceptible de ser miradas por el que se acercara. Intenté tocarlas pero fue imposible, huían de lo que fuera humano y me hizo sentirme de lo más extravagante, cuando la rareza provenía de ellas.
                        Al rato, las peculiares formas, se empezaron a mover con inusitada rapidez, acercándose a unas rocas cercanas. Empezaron a aumentar su tamaño hasta quedar casi del mío. Sin siquiera darme cuenta, se transformaron. Unas preciosas sirenas aparecieron ante mis ojos.

                           No podía dar crédito a lo que veía, parecía una aparición. En aquel momento, pensé que todo era un sueño, que lo que estaba viendo y me fascinaba de tal manera, sólo podía deberse a mi imaginación. Pero no, real como la vida misma fueron las sorprendentes visiones, a partir de aquel día,  no hubo nada que causara impacto en mi vida, lo que viví en la playa, fue lo más intenso que me pudo suceder.

viernes, 1 de abril de 2011

Conocí el amor.

                El día en que me tropecé con ella, no lo olvidaré facilmente. Me pareció tan absolutamente hermosa, que durante mucho tiempo, no pude dejar de recordarla.
             Pero no fue hasta meses más tarde, cuando la volví a ver. Yo seguía con mis habituales paseos nocturnos en pos de la impresionante aparición, pero ella parecía que huía en cuanto sabía que me encontraba en el bosque. Aquella noche, en que el  azul del cielo, inundaba por completo los alrededores, apareció de nuevo. Entonces, me habló.
                Mantuvimos una larga e intensa conversación, ella sólo quería ser humana y yo pensé que me convertiría en lo que fuera con tal de estar a su lado. Para ella, era imposible, para mí resultaba más sencillo. Sólo tenía que encontrar alguien que estuviera realmente enamorado. Y la encontré.
                    Pasé las pruebas pertinentes y me aceptaron, durante el resto de mis días, supe lo que hasta entonces se me había negado, conocí el amor y...la auténtica felicidad.

sábado, 26 de marzo de 2011

Las luciérnagas.



                  Me encantaban las veredas como aquella, aunque nunca había paseado por ella, era tan atractiva, que me decidí a explorarla. Parecía un atajo hacia el próximo pueblo, pues me pareció que esa era la dirección que llevaba, pero dos horas después ya no lo tenía tan claro, porque no había indicios de que la ruta acabara.
                        A pesar de todo, seguí caminando media hora más y cuando ya vi que se me echaba la noche encima, fue cuando realmente empecé a preocuparme, porque no iba preparada para pasarla a la intemperie. Como no tenía otra opción y no me podía quedar sentada, seguí el trayecto con la esperanza de encontrar a alguien o al menos una desviación hacia alguna parte. Pero en breve, la oscuridad se hizo en toda la zona del bosque, decidí sentarme apoyada en un árbol en espera de la madrugada. Me despertó una suave luz que en principio no identifiqué, al poco empecé a darme cuenta de que las luciérnagas habían hecho su aparición, encendiendo todo como luces de navidad.
                          Iluminaron el atajo y de esa forma, no me costó demasiado encontrar la dirección hacia el pueblo, que no quedaba lejos, ellas me ayudaron en esta ocasión.
                        

sábado, 19 de marzo de 2011

AMORES,AMORES,AMORES.


AMORES, AMORES, AMORES.

                       En otro tiempo mantuvieron una feliz relación, pero en la actualidad, la desesperanza se notaba cada vez más cercana a ellos. Todos lo notaban en la zona en donde vivían, nunca pudieron entender el porqué de ese desamor, pero lo cierto es que ahí estaba.
                     Daba igual que fueran humanos o de otro tipo, a la hora de amar o de desamar, actuábamos todos de la misma manera. Cuando llegaba el instante de decir adiós, nadie tenía reparo alguno en extender la mano y si existía la posibilidad, saludarnos y si no, sólo con una simple palabra, bastaba.
                         En este caso, al no ser seres no humanos, nos parecería que tendrían que tener unos sentimientos diferentes a los nuestros pero nos equivocábamos, pues las emociones eran exactamente las mismas.  No pudieron  entenderse el uno al otro, al tiempo, comprendieron que sólo la razón era la que descubría en un trágico esfuerzo, lo que realmente sentían entre sí.
                            

domingo, 27 de febrero de 2011

ELLAS, TAN ESPECIALES Y SUGERENTES.





                              Las adoraba. Eran tan especiales y sugerentes, que desde siempre me sentí interesada por ellas. Me gustaba la manera aquella tan suya de expresar al mundo su feminidad, no se avergonzaban de ser mujeres, todo lo contrario, se las veía felices y satisfechas con esa forma de sentir. Desde muy chica quise ser igual que ellas. Atractivas y sugerentes. Difícil lo iba a tener, pues me parecía casi imposible poder llegar a su nivel.  Cuando supe que bailaban en el bosque, que a veces, en las noches de verano desnudaban sus cuerpos y se sumergían en la fresca corriente del lago, aun me gustaron mas, pues mi desbordante imaginación, las veía en la oscuridad, iluminadas sólo por las luciérnagas que revoloteaban a su alrededor. Pensé en ellas como seres tan especiales, que ni yo misma supe darme cuenta del alcance de mis pensamientos.
                                        Así que el momento aquel en que contacté con mis preciosas amigas, fue uno de los días mas felices de mi vida. Nos fuimos de acampada una docena de conocidos y allá por la medianoche, las escuché. Los sonidos musicales me despertaron y al rato, las risas de tan divertidas y simpáticas, me hicieron levantarme.
                                        Las ví. se lo pasaban muy bien según la forma en que se movían, bailaban al son de unos instrumentos musicales que desconocía. Danzaban de mano o sueltas, pero llamaba la atención la manera en que disfrutaban del momento.
                                          Difícil va a ser que en algún momento pueda parecerme a ellas, pero lo que si tengo claro, es que por siempre, las admiraré.
                                       

viernes, 25 de febrero de 2011

LA CASA DE LA PLAYA.



Posted by PicasaLa casa que estaba al borde de la playa, no es que fuera ninguna maravilla, pero tenía un entorno tan hermoso, que cualquiera que pasaba por la zona gustaba de mirarla y admirarla. Era algo así como un paisaje bucólico, como fuera de este tiempo. Y de alguna forma, así eran también los habitantes de la casa. Las hijas de la señora que falleció hacía ya cinco años y se la había dejado en herencia, parecían tres mujeres de otra época, parecían entre hadas y mujeres del medioevo. Blancas, siempre envueltas en sedas o largas túnicas, de largas melenas y no salían sino al atardecer. Las cortinas de color salmón de un pesado terciopelo, estaban siempre echadas, sólo las abrían por las tardes de verano, cuando el sol empezaba a ocultarse, entonces dejaban pasar la tenue oscuridad de la tarde.
                                     En la parte trasera de la casa, tenían un huerto en donde cultivaban todo lo necesario para su manutención y tres veces por semana el lechero llegaba con el producto fresco. Ellas mismas hacían el pan y lo que les hiciera falta.
                  Algunas tardes, llegaban paseando al pueblo, siempre sonriendo, siempre de buen humor. En ocasiones, en la plaza y con las chicas de la zona, improvisaban cantos y bailes, para deleite de los habitantes del lugar. Eran soñadoras y sociables. Espontáneas. Al ser tan cordiales, las adoraban, pues aparte de todo, tenían una fuerza personal que hizo que con el tiempo se convirtieran casi, en las guías espirituales de muchas jóvenes.








martes, 15 de febrero de 2011

LA SENSIBILIDAD DE MI HERMANA.

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Posted by PicasaComo era verano y mis hermanos pequeños tenían vacaciones, nos levantamos temprano y nos fuimos a pescar al lago cercano. Lo hacíamos con frecuencia y a ellos les gustaba. El resto del año era imposible porque iban temprano al colegio. Ese día, Lidia, la de diez años, me preguntó si me encontraba bien porque estaba muy callado, le dije que me dolía un poco la cabeza y con eso se dio por satisfecha. Los dos chicos, no se dieron por enterados. Mi hermana gemela, se había quedado en casa preparando el almuerzo. Una preocupación me rondaba la cabeza, la asistente social había llamado a casa esos días atrás, hacía tiempo que no nos molestaba y llevábamos una vida de lo más tranquila, pero cuando se metía por medio, siempre surgían problemas.
                                 Cuando mis padres fallecieron y mi hermana y yo nos quedamos al cargo de los pequeños, no pareció que hubieran obstáculos, los dos trabajábamos y éramos mayores de edad, pero por último, el sistema de gobierno había cambiado y no era la primera vez que nos llamaban.
                                    Llegada la noche y hablándolo con mi gemela, quedamos en que lo mejor era poner a los pequeños en antecedentes, tenían derecho a saber lo que pasaba, así que los reunimos y les dijimos lo que podía suceder, el gobierno estaba en medio y un día cualquiera nos visitarían. Nos fuimos todos a la cama tristes y circunspectos, no era para menos, ellos eran jóvenes y pronto conciliarían el sueño. Realmente, eran tan pequeños cuando mis padres fallecieron, que casi no los conocieron, hoy día ni se acordaban de ellos, a pesar de que nosotros intentábamos mantener vivo su recuerdo.
                     De madrugada, mi hermana, vino a mi cama y me despertó, unas luces raras y una música divertida la había despertado. Solía confiar en su instinto y sensibilidad, pero a esa hora de la mañana, lo único que se me ocurrió fue acompañarla a la cama de malhumor. Al entrar en su habitación, una intensa luz azulada, me echó hacia atrás y me hizo cerrar los ojos, pues era tan intensa que a pesar de que se apetecía dirigirse hacia ella, llegaba incluso a molestar, pero mi hermana, sonriente, me cogió de la mano y con toda tranquilidad, como si lo hubiera hecho muchas veces, me empujó.
                          Detrás nuestro, se habían levantado los demás chicos, incluso Clara, mi gemela estaba ahí, todos despiertos y asustados, pero la pequeña llevaba la voz cantante, caminamos todos juntos, abrimos la puerta que daba a la terraza y salimos al jardín.
                              No podía creer lo que estaba viendo, porque en medio de todo, estaban las figuras de mis padres, los chicos no parecía estar mirando nada nuevo y a mi me parecía estar en medio de un sueño.
                   Al día siguiente, todos recordábamos todo hasta el menor detalle, pero la asistente social, no llegó a mi casa, seguimos con nuestra vida de paz y tranquilidad, a partir de aquel día, no hubo, jamás, ningún contratiempo.
                                    
                                 

miércoles, 2 de febrero de 2011

SUEÑO O REALIDAD.

                                La conocía desde siempre, nunca supe si fue en sueños o en la realidad, pero que la conocía, lo tenía claro. Sabía del tono claro de su piel y de las formas de sus alas, también recordaba el color rubio de su pelo y su divertida forma de reír.
   Años más tarde medio la perdí de vista, no se si fue porque yo crecí o porque al convertirme en una chica casi de su misma edad, ella se puso celosa y me abandonó. Fui a la universidad y casi me había olvidado de su presencia en mi vida y por aquel entonces, mi familia se mudó a una zona fantástica en el campo. Yo llegué en las vacaciones, al conocer la nueva casa, me entusiasmé, parecía de juguete, de dos pisos y pintada de un suave tono amarillo, con ventanas de madera en color azul. Una planta con flores de color malva y que no conocía el nombre, cubría parte de la entrada, era como una enredadera.   El camino de entrada, estaba cubierto de gravilla pintada de blanco. La parte de atrás, la ocupaba un pequeño huerto en donde mi madre ya había a empezado a plantar.
                          Mis hermanas estaban felices y mis padres también. Esa noche, no podía dormir debido a la emoción tanto de la casa nueva como del vecino también nuevo que vislumbré por la ventana de mi cuarto. Así, que cuando todos dormían, bajé al prado que veía delante de la casa, paseé durante un rato por él intentando relajarme y entonces, la vi.                
                         Me quedé parada durante unos instantes eternos, ella se acercó a mí, me tocó en el hombro y con su desparpajo habitual me dijo que si  ya no sabía hablar, acto seguido empezó a reír. Así era, reía por todo,  la solía llamar el hada de la risa..
                         A partir de ese día, nos veíamos todas las noches, recuperamos la amistad que habíamos dejado atrás, sabía que en algún momento ella y yo volveríamos a ser las mismas amigas que habíamos sido en el pasado.