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martes, 28 de febrero de 2012

Dos brujas.


                            
                      Los festejos empezaron al día siguiente temprano y durarían tres días. Banderolas y estandartes con los colores del castillo llenaban de vida los grises muros. Carretas de bueyes engalanadas llegaron a lo largo de la jornada, algunos venían en hermosos caballos, otros, los más pobres, llegaban a pie. La mayoría habían caminado muchas leguas, aliviaban el cansancio los odres llenos de vino.
                         A la hora de la comida una ingente multitud formaba filas para poder ver al heredero. El señor del castillo, exultante, mostraba al niño. Su esposa aún permanecía postrada. 
                          Las dos mujeres esperaban en la cola que les tocara el turno.
                      —Recuerda,— dijo Juana,— te mojas la mano en el líquido y le haces la señal en la frente, sólo eso.
                   —Ya lo sé, respondió la otra,— molesta por la cantidad de veces que se lo había recordado,  —no estará ella, ¿verdad?—, preguntó una vez más.
                         —Ya te he dicho que no, aún está en cama. Lo más probable sea que herede lo de la madre, hay que eliminarlo.
                   Les tocaba el turno de ver al niño a las dos mujeres. La que tenía la mano empapada en el brebaje, se acercó, le hizo la terrible señal en la frente y entonces....el niño, abrió unos enormes ojos verdes, como los de su madre, que hizo que las mujeres, impactadas, dieran un paso atrás, y emitiendo un espantoso y aterrador grito, miró fijamente a las dos brujas, mientras éstas, caían fulminadas al suelo.

martes, 17 de enero de 2012

En pocas palabras...

                                      En la calle, el camión de la basura importunaba al mundo con sus acalorados orgasmos. Desde mi casa, pensaba que en ese momento me cambiaría por él casi sin dudarlo.
                                No sería agradable ser un mamotreto de ese tamaño, pero por sentir ese instante de placer, estaba dispuesta a cualquier cosa.

domingo, 16 de octubre de 2011

Conexión.

                                   Sé que hay alguien que como yo, en éste momento mira al cielo. Alguien que se siente reflejado en la plenitud de la luna.
                            Él y yo, en  íntima conexión, disfrutamos del momento compartido. 

jueves, 1 de septiembre de 2011

La gula.

La odié desde que la conocí. Poco le importó, se instaló en la cocina de mi casa. Jamás se ha movido de allí. De vez en cuando le hago una visita, más que nada para comprobar que aún es mi dueña. Desde aquel funesto día, es la encargada de una parte de mi ser. No he podido hacer nada por evitarlo.

La pereza.

                              Puede conmigo, me embarga, me destruye, me hace sentir como no quiero. Vive en mi casa sin ser invitada, es una compañía continua y fiel.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La libertad.


Posted by Picasa                      Advertí su presencia una madrugada en la que paseaba por el jardín. Me pareció tan hermosa, que la atrapé con cuidado y  la llevé a casa. Coloqué un par de macetas con flores en mi cuarto y la dejé posada en una de ellas. Dos días más tarde aún no se había movido, empecé a preocuparme cuando vi que las alas plegadas, iban poco a poco perdiendo el brillo azulado que me enamoró, un feo color negro, las iba atrapando.
                              Cuando esa tarde llegó mi amiga Lucía, se lo comenté, supo en seguida lo que pasaba. La obligas a estar en una cárcel dorada, pero lo que ella quiere, es  volver de donde la cogiste, del jardín. Con presteza, la coloqué de nuevo de donde la robe. La veía a diario, en las madrugadas, disfrutando de las flores y de...su libertad.

lunes, 22 de agosto de 2011

Mi vida entera...

                                 El secreto inconfesable de mi querer, se convirtió en una tonalidad irisada en mi boca. Mi boca que es la tuya, así como son tuyos mis ojos y mi cuerpo entero. Nada me pertenece, pues el momento en que sentí mi cuerpo en tu cuerpo, supe que mi vida entera ya no era mía.

El secreto inconfesable.

                                La eterna soledad de mi alma, abre a diario la puerta en donde toca con fuerza la desdicha. Me llama sin sentido una y otra vez, esperando una respuesta que no llega. Le hablo, le digo, es inútil, no hace caso de mi súplica que sobrecoge. 
                            Sólo se que cuando llegue el instante en que nos reunamos de nuevo, te haré saber el poderoso enigma que rige mi vida, el secreto inconfesable de mi querer.

La eterna soledad.

               Me mata la rabia cuando te veo con la otra, un intenso estallido en mi interior hace que la herida ahonde y mi sufrimiento se incremente. En momentos así, puedo sentir la congoja de la amargura y es tan potente y hondo el dolor, tan ardiente y apasionado, que sólo una única idea hace que encuentre vida en ésta sinrazón, la eterna soledad.                   

Invasión de la intimidad.

No voy a dejar que nadie invada mi intimidad. Es lo más mío que tengo, lo que he conseguido a base de mucho esfuerzo. La intimidad compartida ya no es tal, es otra cosa que no sé como llamar. La intimidad es unilateral, nadie tiene derecho a entrar en el interior de otra persona. Hay gente que viola ese derecho con frecuencia, que se aprovechan de la ignorancia de otros ó simplemente pasan por encima.
Para todos esos desde aquí, les someto a la peor de las torturas: la indiferencia.

domingo, 21 de agosto de 2011

La hora de la despedida.

Sentados en el borde del camino, los más viejos del pueblo veían pasar la vida sin entusiasmo. De alguna manera, esperaban la muerte. Sólo querían que al llegar, fuera rápida e indolora.
Suspiraban con frecuencia añorando tiempos pasados, avergonzados en ocasiones por lo que hicieron o dejaron de hacer. Los recuerdos se interponían una y otra vez, no dejando momentos para la paz y el retiro.
Cuando uno de ellos dejó de acudir a la cita diaria, supieron que a partir de ese día, uno tras otros, dejarían de de acudir al borde del camino, la hora de la despedida iba llegando.

sábado, 20 de agosto de 2011

Las botas de color rojo.

Pasaba a diario por la zona, llegaba a casa con las playeras empapadas. Hasta aquella mañana en que mi madre me llevó a comprar otros zapatos. Salí de la tienda con unas hermosa botas de agua puestas. De color rojo, acharolado, brillantes. Nunca me había sentido de aquella manera, me veía como alguien especial, pasé el resto del día acariciando la nueva adquisición.
Me miraba en el espejo del cuarto que compartíamos mi madre y yo, una y otra vez, de frente o de perfil, eran realmente fantásticas.
Al día siguiente, en el colegio, todos los chicos me miraban con envidia. Los que antes no querían estar conmigo pues les daba vergüenza mi calzado, hoy se acercaron pidiendo de esa forma mi amistad.
Hoy me he sentido como nunca, simplemente, he sido feliz.

domingo, 20 de marzo de 2011

Con el paso del tiempo...

Posted by Picasa Sugerente, deliciosa, clásica y a la vez, sencilla. Así era como la solían definir sus amigos. Ninguno hablaba que fuera guapa porque no lo era, pero tenía todas las virtudes anteriores y muchas más. Ya quisiera ella cambiar su cara por una de esas que se veían en las revistas, dejaría de lado tanta virtud y tontería, por poseer un rostro perfecto.
Pero la naturaleza no entiende, le da a cada uno lo que cree que debe darle y con ella actuó así, le dio multitud de virtudes que no apreciaba, pero no la belleza, que era lo que realmente quería.
No se le ocurrió pensar, que lo suyo no perduraría en el tiempo y la hermosura, se desdibuja según pasaban los años.

jueves, 24 de febrero de 2011

Con intensidad.

Cuando me vi reflejada en aquel paisaje que de tan intenso y vivo parecía humano, supe que mi vida iba a dar un giro importante. Me detuve varios minutos, casi una hora, observando aquella maravilla de la naturaleza. Era como si yo fuera un imán y el paisaje un trozo de hierro. A pesar de la oscuridad, me sentía atraída por el lago que se dejaba ver en medio de aquel trozo azul. Con diferentes colores, la luna acababa de salir. La larga estela de plata se reflejó de inmediato en las aguas, compartiendo el infinito. Una pequeña barca de un pescador, la atravesaba en aquel instante, formando una bucólica estampa.