Despacio, procurando no hacer ruido, salí de casa esa mañana, era un día como cualquier otro pero para mí tenía un significado especial. Después de muchos años de matrimonio y los cinco últimos de desamor, tenía un amante.
Como lo conocí y dónde no tiene demasiada importancia, cualquier lugar es bueno para congeniar con alguien. Pero el día de hoy era un tanto diferente, pues nunca me había reunido con él un día festivo. Generalmente lo solía hacer los días en los que trabajaba, al ser autónoma y decidir mis horarios, nunca tuve problemas.
Cuando me casé lo hice profundamente enamorada y jamás se me ocurrió pensar que algún día lo iba a sustituir en mi cama. Pero la convivencia produce ese tipo de relación en la que si no lo trabajas terminas viviendo con un hermano. Así era mi vida con Claudio, al principio todo enamoramiento y pasión desbordante, pero después de tantos años se había convertido en un familiar cercano.
Yo necesitaba a mi lado una persona que me hiciera recordar que cada mañana los días son diferentes. Entonces apareció él y vi de nuevo salir el sol cada mañana.
Pero como siempre hay un pero para todo, éste empezó cuando me necesitó más.
Más horas a mi lado, más compartir momentos y más amor. Me decía continuamente que me quería junto a él y lo triste que se quedaba cuando me marchaba.
Más horas a mi lado, más compartir momentos y más amor. Me decía continuamente que me quería junto a él y lo triste que se quedaba cuando me marchaba.
Fui tan tonta y ciega que accedí a sus súplicas, me separé, dejé atrás toda una vida y me fui con él, pensé que sería diferente...
Pero nada cambió, por eso ahora, de nuevo...tengo un amante.
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