martes, 20 de diciembre de 2011

Cosas del pasado.

                                    Al morir sus padres, Grabiela  abrió los ojos a la vida. Llamó así al sentir que tuvo a posteriori. Ellos cuidaron a sus hermanos y a ella en sus necesidades básicas, pero tenían otro tipo de necesidades que nunca fueron cubiertas. Sus padres no sabían como dar cariño a sus hijos. Los mantenían al margen de cualquier roce, abrazo o siquiera un beso de buenas noches. Jamás supieron el significado de un abrazo.
                                       Cada vez que ellos se acercaban mendigando cariño, sólo recibían un empujón o un desaire. Y vivieron siempre de esa forma. Cuando mayores, ninguno de ellos sabía dar lo que no recibieron.
                                         La que más lo sintió fue Gabriela, quizá por ser más sensible o por ser mujer. Cuando tuvo su primer novio y él intentó tocarla, ella reaccionó de manera imprevisible, simplemente salió corriendo. Pero a pesar de todas la trabas sicológicas que tenía, tuvo suerte, pues conoció a una persona que la ayudó a salir de sus conexiones con el pasado. Juan y ella formaron en el tiempo una pareja casi perfecta, una familia dedicada por entero a sus hijos.










                                         
                                    

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