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sábado, 10 de septiembre de 2011

Mi propia muerte.

                              El día que me encontraron muerta bajo la espesa capa de hielo del lago, yo no había cumplido aún los diez años. Durante dos semanas me  buscaron por todas partes sin resultado alguno, hasta que trajeron perros de una ciudad cercana. Dieron conmigo al día siguiente. 
                     Recuerdo  continuamente la mañana en la que fallecí, no fue una caída casual, como dijo la policía, no, el hombre que me empujó a la muerte se llama Richard y hoy día, sigue viviendo en el pueblo.
                        Lo odié durante tanto tiempo que no pude evolucionar en mi nueva vida hasta mucho tiempo más tarde, entonces lo perdoné. Pero un mes después mi madre se quedó de nuevo embarazada y nací yo.
                               Cuando cumplí los diez años, el hombre que odiaba, vino a por mí. Una tarde en que venía del colegio, me desvíe del camino, llegué al funesto lugar en que mis recuerdos se hacían pesadillas. Allí estaba él, esperando a su víctima.                
                                  Me tiré a su cuello mientras mis dientes se afilaban y mis fuerzas crecían, mi rostro adquirió la palidez de la muerte, el grito que dio mi presa, se perdió en el sonido de las campanas de la iglesia cercana.
                              
                  
                           



Posted by Picasa

martes, 29 de marzo de 2011

Una gente diferente.

                      Un paraje inmenso, largo, deshabitado, todos los que iban al lugar, sabían de la posibilidad que tenían de perderse. Pero ellos no tenían miedo a nada ni a nadie, cuando llegaron al sitio del que  los demás huían, se pertrecharon bien y partieron en busca de lo imposible. Diez días después, no habían dado señales de vida. Los buscaron por tierra y por aire, pero nunca se supo que había pasado con los chicos de los manglares.
                       Javier y Antonio, caminaron con prudencia hasta ver lo que buscaban. María y Carla, iban unos metros más atrás, los demás se habían quedado en la cueva esperándolos.
                        Fue algo especial descubrir que en aquella zona había otra forma de vida, personajes extraños y jamás vistos. Decidieron quedarse, les gustaba aquella manera de vivir y de sentir. No sabían llorar, ni el significado de la palabra sufrimiento, la risa y el bienestar era su máxima, disfrutaban con casi todo y nunca habían visto gente que irradiara tanta simpatía. Fisicamente eran iguales a los seres humanos, pero en el resto, había muchas diferencias. Sociables y bromistas, les gustaban las canciones y lo pasaban bien con poco que les dieran.
                            Las personas de los manglares, no podían ser más distintas a los humanos. En la zona, ignoraban lo que era una guerra y el malestar que ocasionan las personas prepotentes o autoritarias, no sabían lo que era. Entusiastas, felices y amables, ¿ era posible pedir más ?.
                                   Los que por motivos diferentes llegaron al manglar, jamás volvieron.

lunes, 21 de marzo de 2011

La mariposa atrevida.


Posted by Picasa                    Cuando surgió ante mí con sus pequeñas alas matizadas de intensas tonalidades de un brillante azul, me quedé un tanto sorprendida. Estaba acostumbrada a ver mariposas de múltiples colores, pero esta era un tanto especial, no se si fue realmente por su increíble aspecto o por la manera como se dirigió a mí. Porque se quedó quieta durante varios minutos y de repente, sin que yo me diera cuenta, ella, me habló.
                           Si, me habló en el idioma que usamos los "del bosque" y los humanos, pero que no es lo habitual escucharlo en un insecto de esas características, así que mientras decía algunas palabras, ahora no recuerdo cuales fueron, yo me quedé absolutamente quieta. 
                              Al rato me desprendí de sus pequeñas alas y utilicé las mías para volar hasta un árbol cercano, deseando alejarme por un momento de aquel ser que me parecía como de otro mundo.
                              Pero ella me siguió de la manera más confianzuda que uno pueda imaginar, voló hasta donde me encontraba y sin pedir permiso, posó sus pequeñas patitas en mi hombro. La miré un tanto asombrada, pero se mantuvo quieta, audaz y arrogante.
                                    Y de nuevo me habló, si pones tus labios en mis alas, te concederé un deseo.
                                 La encontré un tanto atrevida aun así, me acerqué con cautela y posé mi boca en sus alas.
                              Segundos después  cayó al suelo fulminada, muerta.


                                         Mi deseo, se cumplió.
     

martes, 11 de enero de 2011

EL CURA, EL DRAGÓN Y MI CURIOSIDAD.

                         Y por los siglos de los siglos...en la pequeña iglesia se oyó a coro a los feligreses entonando el améeennn. Nos empezamos a poner en pie para salir a la calle, cuando se escuchó un sonoro grito dado por una señora que se hallaba sentada en uno de los primeros bancos. Según dio el grito, se desmayó, lo cual fue un engorro, porque sacarla de la iglesia fue un verdadero contratiempo, ya que esta era muy estrecha y la señora, un tanto ancha. Pero una vez conseguido, la acostamos en la sacristía e intentamos reanimarla. En pocos minutos se despertó, asustada y preguntándonos  si no lo habíamos visto, el dragón aquel, el que estaba cerca de la esquina de la iglesia, el que estaba rodeado de una luz roja. Se puso a llorar, mientras las amigas intentaban tranquilizarla. 
                                   Pero yo, que siempre he tenido una cierta sensibilidad para esa serie de cosas extrañas, aunque no vi ningún dragón, si es cierto que me percaté de una rara luz encarnada que bañaba toda la esquina de la iglesia,  de la que salían una serie de rayos blancos y luminosos.
                                       No me quedé conforme, al día siguiente, volví a la iglesia, quería hablar con el cura, sabía que él también era sensible a ese tipo de manifestaciones, lo notaba, igual que noté lo de la señora.
                                       La iglesia estaba cerrada, no tocaba misa ese día, así que me dirigí a la sacristía, empujé la puerta, oscuridad total,olor a madera vieja y...a huevos podridos, un temblor me recorrió el cuerpo, se que debería haber salido de allí, pero me pudo la curiosidad, quería saber quien estaba utilizando azufre y porqué. Subí las escaleras de madera rota hasta llegar al cuarto del cura, una luz rojiza, ya iba alumbrando la escalera, al dar la vuelta, lo ví, envuelto en brebajes humeantes, el dragón en la esquina, llamaradas de fuego de su boca, una cruz en sus manos, aterrorizado, bajé corriendo de dos en dos los viejos escalones, hasta llegar a la calle, en donde el respirar el aire del parque me hizo sentirme mejor. Casi llegando a mi casa, me encontré con el cura que venía de no se donde, de manera automática, me hizo una bendición, después...me guiño un ojo.                 

miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL ANGEL

                    Estaba provisto de unas alas que no parecían suaves y etéreas como deberían ser según su proceder, todo lo contrario, eran como toscas y duras. Porque estoy hablando de un ángel, de uno que encontré en un lugar cualquiera. Imaginen mi sorpresa, igual hubiera sido la suya, si al dar la vuelta a la esquina de un calle, en vez de tropezar con una persona, uno tropieza con un ángel. Sí, con alas y todo, pero no vestido de blanco como se suponía que tenía que estar, no, la túnica que llevaba, de un intenso tono azul, y las alas, fuertes y resistentes, no parecían dignas de su categoría, más bien como que eran de un tipo de una película de terror. Pues aparte de la consistencia, eran de un repugnante color verdioscuro, en donde unas depresiones de diferentes tamaños, de tonos entre anaranjados y rojos, cubrían toda la zona.
                       Monstruoso, siniestro, no encuentro una palabra mejor para describirlo. La cosa aquella, que llamo ángel por llamarlo de alguna forma, se me quedó quieto, mirando durante un buen rato, el mismo que le mantuve yo la mirada sin saber que hacer. Entonces, tranquilamente me habló, sólo me dijo, que en que momento de mi vida, mi opinión cambió, que porqué en este instante pensaba que el dios en el que toda la vida confíe, ya no existía. 
                       

sábado, 25 de diciembre de 2010

UNA EXTRAÑA NOCHE

               Como hacía todos los fines de semana, me levanté cerca de las dos de la mañana para empezar la marcha. Una ducha rápida y un look adecuado a la situación. Salí a la calle. Había llovido, el plateado del asfalto, se podría muy bien confundir con plata auténtica, recién salida de la fundición, pues tenía un brillo tan absolutamente extraño, que era para confundir a cualquiera. Pisé con cuidado la acera, siguiendo el paseo que me llevaría al callejón que conocía de sobra, ahí estaba la puerta de entrada del lugar al que iba. El trayecto, me pareció más largo de lo habitual, en otras ocasiones en veinte minutos habría llegado, pero llevaba casi media hora y no parecía que viera el letrero luminoso por ningún sitio.
                  Algo me tocó la espalda, después, al volverme, sentí la misma sensación en el pecho, empecé a asustarme y decidí que mejor me volvía a casa, así que dí la vuelta y empecé el camino opuesto. Pero algo que  iluminó toda la calle de un vibrante color azul, se cernió sobre mí, haciéndome sentir el más chico de los mortales. No pude gritar, no me salían las palabras y no tenía fuerza para ello, sólo pude quedarme lo mas quieto posible mientras miraba con ojos aterrorizados, el firmamento de diversos tonos, a cada cual mas hermoso y especial, que tenía por techo. De repente, todo desapareció y me ví sólo en el callejón que conocía y al que ni siquiera sabía que había llegado, respiraba con dificultad, notaba los rápidos latidos de mi corazón que parecía que querían ahogarme, dí un par de pasos a ver que pasaba y me moví hacia la sala, pero cambié de opinión y decidí irme a casa, una noche como aquella,  creo que no  la olvidaré jamás.

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿PODRÍA PASAR?

                   Jamás. Nunca. No.
              Existía  una remota posibilidad, ínfima, diminuta, de tan pequeña, casi ni la tenía en cuenta. 
           Parecería algo que nos trasladaría a un tiempo que no fuera el nuestro, sino a otro, lejano, un lugar que de tan apartado, no supiéramos ni que existe. 
             Sí, un lugar, tan absolutamente improbable, tan distante, que la lejanía imponía tantas sacudidas, que sería imposible convertirlo en un sitio  de ir y volver. 
               Ciencia-ficción o algo que se le pareciere, cuantas veces, historias semejantes han terminado siendo pura realidad. 
                  En este momento, la llamarada azul y roja que iluminaba el cielo, era auténtica, de tan real, parecería que se podía tocar con las manos.Todos los tonos en que se iba convirtiendo la maravilla del firmamento, eran tan innegables y ciertos, que de tan descarnados y corpóreos, sólo se apetecía sentirlos, olerlos ó como mucho besarlos. Quisiera poder tener la certeza de que todo lo que estaba viendo y sintiendo era existente y verídico, si fuera así, en este preciso momento de mi vida, sólo desearía acercarme un poco mas a toda esa maravilla en que se estaba convirtiendo, a pasos agigantados, mi pequeño planeta.