lunes, 10 de octubre de 2011

Diario de una prostituta.

                                    La subvención que me dio el gobierno para el mantenimiento de mis hijos, era a todas luces insuficiente, conseguí una casa en donde limpiaba y cuyo dinero era una ayuda importante. Ese trabajo me duró dos meses, eran un matrimonio con dos hijos y al marido lo trasladaron a otro país, por lo que  me quedé sin empleo. 
                            A diario llamaba a conocidos y amigos intentando que me recomendaran para algún trabajo, era complicado y lo sabía, pero insistía una y otra vez. El día en que llamé a mi amiga Martha, quedamos en vernos pues me dijo que tenía algo para mí. 
                               Nos encontramos al día siguiente en un parque cerca de mi casa. Cuando la vi llegar casi no la reconocí, tacones inmensos y el color del pelo cambiado a un rubio oscuro. Hacía muchos años que no nos veíamos, compartimos una adolescencia de escasez, y ahora verla allí como una ricachona, me dejó gratamente sorprendida.
                             La prostitución de lujo era el empleo de su vida. Y era lo que me venía a ofrecer.
                              Al principio me negué en rotundo, era algo que no pasaba por mi imaginación, pero según ella me iba haciendo una exposición de lo que ganaba y como trabajaba en un club nocturno, terminé casi convencida.
                                Y de esa manera me vi inmersa en la siniestralidad que implica la noche. Tres años después había ganado mucho dinero y ahorrado bastante. Como mi mayor afición fue siempre la lectura y escritura, empecé a escribir un diario.
                            Lo publiqué un años más tarde y fue un rotundo éxito. Diario de una prostituta,así lo titulé. Fue entonces cuando me pude apartar de la odiosa vida que llevaba.
                               Al final fueron las palabras las que me sacaron de la miseria.      







                                                                                       

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