jueves, 16 de septiembre de 2010

LIBROS

Le gustaba leer diccionarios, buscar nuevas palabras y aprender nuevos significados. Petra era así, los años no habían mermado para nada su capacidad para asombrarse o para curiosear con lo que fuera, si era algo relacionado con un libro llámese diccionario o de otra manera, menos todavía. Claro, que no trabajaba en una biblioteca por casualidad, le costó lo suyo llevar a cabo unas oposiciones bastante duras, pero se preparó a conciencia y consiguió lo que quería. La parte que mas la entusiasmaba era la relativa a la ciencia- ficción, durante años fue la historia, luego cambió el gusto y se decidió por lo otro. Cuando no tenía nada que hacer, rodaba las estanterías y llegaba a las que le entusiasmaban, una vez allí, pasaba las horas muertas sentada en el suelo leyendo libro tras libro. El divertimento que le causaba era comparable a lo que contaría cualquier otra persona después de ir a una fiesta o a una reunión de amigos, pero no en su caso, no le hacía falta nadie mas para sentirse a gusto, el libro y ella, ella y el libro. Claro que no siempre fue de esa manera, porque un día conoció a Tomás y las cosas empezaron a cambiar. Olvidó los libros y se dedicó a él, empleó todas sus horas en dedicárselas a el hombre en que había depositado su amor y sus ilusiones. Y pasaron los meses y quizá hasta un año, la relación entre los dos era intensa y no tan armoniosa como debería ser, porque Tomás se sentía oprimido por aquella mujer que le dedicaba todas las horas del día. Lo que quizá otro se hubiera sentido feliz, no era este el caso. Así que no tardaron mucho en dejar lo que habían empezado y ella se vio de nuevo en una soledad no deseada, pero que enseguida solucionó porque recurrió a sus "amigos", que la esperaban impertérritos en las estanterías de la biblioteca, con los cuales no sintió de manera tan angustiosa, la cruel separación.   

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