martes, 15 de febrero de 2011

LA SENSIBILIDAD DE MI HERMANA.

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Posted by PicasaComo era verano y mis hermanos pequeños tenían vacaciones, nos levantamos temprano y nos fuimos a pescar al lago cercano. Lo hacíamos con frecuencia y a ellos les gustaba. El resto del año era imposible porque iban temprano al colegio. Ese día, Lidia, la de diez años, me preguntó si me encontraba bien porque estaba muy callado, le dije que me dolía un poco la cabeza y con eso se dio por satisfecha. Los dos chicos, no se dieron por enterados. Mi hermana gemela, se había quedado en casa preparando el almuerzo. Una preocupación me rondaba la cabeza, la asistente social había llamado a casa esos días atrás, hacía tiempo que no nos molestaba y llevábamos una vida de lo más tranquila, pero cuando se metía por medio, siempre surgían problemas.
                                 Cuando mis padres fallecieron y mi hermana y yo nos quedamos al cargo de los pequeños, no pareció que hubieran obstáculos, los dos trabajábamos y éramos mayores de edad, pero por último, el sistema de gobierno había cambiado y no era la primera vez que nos llamaban.
                                    Llegada la noche y hablándolo con mi gemela, quedamos en que lo mejor era poner a los pequeños en antecedentes, tenían derecho a saber lo que pasaba, así que los reunimos y les dijimos lo que podía suceder, el gobierno estaba en medio y un día cualquiera nos visitarían. Nos fuimos todos a la cama tristes y circunspectos, no era para menos, ellos eran jóvenes y pronto conciliarían el sueño. Realmente, eran tan pequeños cuando mis padres fallecieron, que casi no los conocieron, hoy día ni se acordaban de ellos, a pesar de que nosotros intentábamos mantener vivo su recuerdo.
                     De madrugada, mi hermana, vino a mi cama y me despertó, unas luces raras y una música divertida la había despertado. Solía confiar en su instinto y sensibilidad, pero a esa hora de la mañana, lo único que se me ocurrió fue acompañarla a la cama de malhumor. Al entrar en su habitación, una intensa luz azulada, me echó hacia atrás y me hizo cerrar los ojos, pues era tan intensa que a pesar de que se apetecía dirigirse hacia ella, llegaba incluso a molestar, pero mi hermana, sonriente, me cogió de la mano y con toda tranquilidad, como si lo hubiera hecho muchas veces, me empujó.
                          Detrás nuestro, se habían levantado los demás chicos, incluso Clara, mi gemela estaba ahí, todos despiertos y asustados, pero la pequeña llevaba la voz cantante, caminamos todos juntos, abrimos la puerta que daba a la terraza y salimos al jardín.
                              No podía creer lo que estaba viendo, porque en medio de todo, estaban las figuras de mis padres, los chicos no parecía estar mirando nada nuevo y a mi me parecía estar en medio de un sueño.
                   Al día siguiente, todos recordábamos todo hasta el menor detalle, pero la asistente social, no llegó a mi casa, seguimos con nuestra vida de paz y tranquilidad, a partir de aquel día, no hubo, jamás, ningún contratiempo.
                                    
                                 

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