lunes, 4 de abril de 2011

Las sirenas.

                               Al acercarme a la playa y observar con detenimiento el agua, vi que en la orilla, que solía estar limpia y espumosa, se notaban una serie de extrañas figuras. Se percibían entre las rocas, brillantes y raras, nunca había visto cosas de formas tan peculiares y notorias. Eran como una especie de pequeñas algas, iluminaban la zona en donde se encontraban, haciéndola susceptible de ser miradas por el que se acercara. Intenté tocarlas pero fue imposible, huían de lo que fuera humano y me hizo sentirme de lo más extravagante, cuando la rareza provenía de ellas.
                        Al rato, las peculiares formas, se empezaron a mover con inusitada rapidez, acercándose a unas rocas cercanas. Empezaron a aumentar su tamaño hasta quedar casi del mío. Sin siquiera darme cuenta, se transformaron. Unas preciosas sirenas aparecieron ante mis ojos.

                           No podía dar crédito a lo que veía, parecía una aparición. En aquel momento, pensé que todo era un sueño, que lo que estaba viendo y me fascinaba de tal manera, sólo podía deberse a mi imaginación. Pero no, real como la vida misma fueron las sorprendentes visiones, a partir de aquel día,  no hubo nada que causara impacto en mi vida, lo que viví en la playa, fue lo más intenso que me pudo suceder.

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