sábado, 20 de agosto de 2011

Las botas de color rojo.

Pasaba a diario por la zona, llegaba a casa con las playeras empapadas. Hasta aquella mañana en que mi madre me llevó a comprar otros zapatos. Salí de la tienda con unas hermosa botas de agua puestas. De color rojo, acharolado, brillantes. Nunca me había sentido de aquella manera, me veía como alguien especial, pasé el resto del día acariciando la nueva adquisición.
Me miraba en el espejo del cuarto que compartíamos mi madre y yo, una y otra vez, de frente o de perfil, eran realmente fantásticas.
Al día siguiente, en el colegio, todos los chicos me miraban con envidia. Los que antes no querían estar conmigo pues les daba vergüenza mi calzado, hoy se acercaron pidiendo de esa forma mi amistad.
Hoy me he sentido como nunca, simplemente, he sido feliz.

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