Me miraba en el espejo del cuarto que compartíamos mi madre y yo, una y otra vez, de frente o de perfil, eran realmente fantásticas.
Al día siguiente, en el colegio, todos los chicos me miraban con envidia. Los que antes no querían estar conmigo pues les daba vergüenza mi calzado, hoy se acercaron pidiendo de esa forma mi amistad.
Hoy me he sentido como nunca, simplemente, he sido feliz.
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