domingo, 21 de agosto de 2011

La hora de la despedida.

Sentados en el borde del camino, los más viejos del pueblo veían pasar la vida sin entusiasmo. De alguna manera, esperaban la muerte. Sólo querían que al llegar, fuera rápida e indolora.
Suspiraban con frecuencia añorando tiempos pasados, avergonzados en ocasiones por lo que hicieron o dejaron de hacer. Los recuerdos se interponían una y otra vez, no dejando momentos para la paz y el retiro.
Cuando uno de ellos dejó de acudir a la cita diaria, supieron que a partir de ese día, uno tras otros, dejarían de de acudir al borde del camino, la hora de la despedida iba llegando.

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