Un canto a la vida.
Las sentía un poco como mías, allá a lo lejos permanecían en el mismo sitio, sin movimiento, sólo un leve parpadeo atrapaba a los mirones. Con los sentidos alerta escuchaba el cantar de los pájaros en el jardín y el burbujear de la fuente de la entrada. Respiré profundamente dejando que el fresco aire de la mañana me dejara entrar a formar parte suya.
Como tocada por los hados, dejé que ese cúmulo de sensaciones me invadiera, con emoción y humildad di las gracias. Gracias por poder ver el cielo estrellado, por oír el sonido de los pajarillos cercanos, por sentir la suave brisa en mi piel, por gustar el fuerte café diario, por oler las flores de mi jardín, di gracias simplemente...por estar viva.
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