sábado, 19 de marzo de 2011

PUEDE SUCEDER.


                Sencillo, desde luego, no fue. Tampoco supuso un contratiempo más serio con los que me he tenido que enfrentar. Averiguar que  mi familia había mantenido un secreto sin compartirlo con sus hijos, no me pareció de ninguna forma natural. Pero lo que estaba claro es que casi nada de lo que hacían era como para tirar las campanas al vuelo.
                                 Así que cuando a la mañana siguiente le comuniqué a mis padres que me había dado cuenta de que mis hermanos y yo éramos adoptados, se quedaron de piedra. Las partidas de nacimiento las guardaron en el fondo del trastero, nunca imaginaron que yo, buscando y rebuscando algo, que ahora ni recuerdo lo que era, dí con ellas. Ahí empezó la historia de mi vida. Y digo empezó, porque de aquí para atrás, fue de lo más normal. Entonces empezamos los cuatro hermanos una tremenda búsqueda hacia la que era nuestra auténtica familia.
                                                                                        

Posted by Picasa Pero no fue todo como pensamos. Ni nosotros les gustamos a ellos ni ellos a nosotros. Fue simplemente un accidente en el tiempo, así lo llamé cuando me dí cuenta de que mis padres a los que quería y a los que realmente necesitaba, eran los que nos habían adoptado y que nos dieron todo el cariño del que disponían.


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