El argumento no se sostenía por sí solo, yo lo sabía y él también, pero luchaba con sus pobres recursos dialécticos intentando convencerme de lo que sabía imposible. Parpadeaba preocupado mientras hablaba y con frecuencia desviaba la mirada, intentaba parecer seguro de si mismo y lo único que yo veía era un actor de segunda categoría. Lo miré con condescendencia y di media vuelta sin decirle nada. Siempre supe que el haberme casado con él, me traería funestas consecuencias en el futuro, pero lo hice ciegamente enamorada, el amor tiene eso, que uno no puede pensar en lo que vendrá o como fue mi caso, no quiere pensar. Pero ahora me tenía que enfrentar a lo que tenerlo como marido, me había deparado el destino, porque era una persona que si podía vivir del trabajo de otros, no vivía del suyo y eso me vine a dar cuenta después de unos años de conocerlo.
La nueva noticia de hoy, era un desfalco en su empresa, según él, se iba a descubrir la pelotera que había formado y me quería implicar de no se que forma, pero de ninguna manera estaba dispuesta, ya le había sacado de dos historias parecidas y hasta aquí llegué.
Como no tenía nada a mi nombre, no había nada que me pudiera implicar. Para evitar problemas mayores, tomé una decisión. Al día siguiente, hablé con mi abogado y pedí el divorcio, después, saqué un pasaje para un crucero que daba la vuelta alrededor del mundo. Se acabó el tener que lidiar con un hijo sin tenerlo, a partir de entonces, tomaría las riendas de mi vida.
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