domingo, 13 de marzo de 2011

EL MARIDO PERFECTO.

 
                                      Una vez cumplidos los cuarenta, empecé a pensar lo que quería hacer con mi vida. Si, para todo fui siempre un poco lenta, quizá esta vez me había pasado, pero soy así, no lo puedo evitar. Tenía un buen trabajo y una posición social aceptable, amigos, bastantes, una familia a la que adoraba y ellos a mí, pero no tenía lo que más ansié desde pequeña, un marido.
                    Hombres, habían pasado muchos por mi vida, pero no para que se me ocurriera compartir nada más que un rato de placer, a veces, ni siquiera eso, no me hagan hablar. Pero los años, me decían que o te decides o te quedas para vestir santos. Y casi sin darme cuenta, me puse a la caza y captura.
                          A las pocas semanas me di cuenta de que iba a ser más difícil de lo que imaginé en un principio, pues entre mis allegados, ni se me ocurrió una vez que pasé revista y compañeros de trabajo, impensable. Asumí entonces, que tendría que tirarme al mundo. Pero claro, también ahí se me complicó el tema, porque los lugares en que podría encontrar un hombre, sería algo así como discotecas o pub y seamos realistas, de noche los tipos que te encuentras por ahí, o están casados o son homosexuales. Si son casados, es que le están poniendo los cuernos a alguien, no valen, separados, habría que ver el porqué, pues si no fueron buenos para una, tampoco los quiero para mi. En fin, que después de seguir con mis cavilaciones, no llegué a ninguna parte.
                           Bien, llegados a este punto, deduje que lo mejor sería, poner una vela a la entrada  de mi casa y todos los días, con fervor y fe, pedirle al universo que me concediera aquel hombre que me parecía...casi inexistente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.