martes, 18 de enero de 2011

La derrota.

La imaginación, no me podía para tanto, no quería pensar que en un determinado momento iba a ver algo que se me iba a escapar de lo que en ese instante estaba fuera de mis límites. En el entusiasmo del momento, sentía que lo que me rodeaba era algo parecido a una especie de sueño, algo nuevo y desconocido, realmente no sabía a lo que me enfrentaba. Seguí el camino que había empezado hacía ya días, una intensa soledad se apoderaba poco a poco de todos los poros de mi cuerpo, penetrando en ellos sin dejarme siquiera respirar. Pero la decisión con la que había iniciado la ruta, me mantenía igual de viva que al principio y no dejé que en ningún momento esas sensaciones molestas pudieran conmigo.
Respiré profundamente intentando llenarme de una energía que parecía que me estaba abandonando, el aire puro y cargado de sal de la playa, penetro en mis pulmones haciéndome sentir mejor, miré a lo alto, amanecía, gaviotas de diferentes tamaños volaban buscando alimento, me paré durante un rato y las miré.
Al rato, proseguí la caminata, unos kilómetros más tarde el cansancio empezó a hacer mella en mí, me dolían las piernas y me costaba respirar. Cada vez iba con más lentitud. Entonces fue cuando vi a lo lejos a mis compañeros, voces y gritos, manos alzadas, me tiré al suelo... reconociendo mi derrota.

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