jueves, 27 de enero de 2011

LA FALTA DE COMUNICACIÓN.

                      No eramos lo que se dice una pareja bien avenida, pero llevábamos muchos años de casados y no habíamos tenido tropiezos importantes. Peleas y desacuerdos los mínimos, las típicas cosas que suelen tener todas las parejas. Que no estábamos muy conformes con estar juntos estaba claro, si hubiéramos tenido otra opción mejor, la decisión hubiera sido otra, pero tal y como la vida nos lo había planteado, pues habíamos optado por permanecer juntos.  
                             Pero entonces yo cambié de trabajo, una decisión de lo más banal y que en cualquier familia no hubiera supuesto ningún tipo de tropiezo, pero entre nosotros, en que las cosas estaban ya comprometidas, un pequeño obstáculo, suponía un problema. Así que empezaron los celos injustificados, el porque sales con tal o cual persona desconocida y quien es ese hombre que te trajo a casa. Si alguien de la empresa, se le ocurría llamarme para alguna cuestión relacionada con el nuevo trabajo, ponía el grito en el cielo y si había una reunión o un almuerzo o algo que se le pareciera, entonces, era como si me fuera a prostituir.
                           Un día, después de estar durante varios pensando, me senté a hablar con mi marido. Quizá la falta de comunicación entre nosotros, era lo que había hecho de él ese hombre celoso e irascible. No se si fue la franqueza o una confianza que se empezó a crear entre ambos, pero terminamos de una manera bastante unida y entrañable de entender nuestras emociones, por lo que se creó entre los dos un vínculo, en que la sensibilidad y el afecto fue la causa principal de que nos comprendiéramos.                                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.