jueves, 27 de enero de 2011

UN VIAJE CON MUCHA IMAGINACIÓN.

                          Me dediqué a mirar a mi alrededor y en realidad no vi nada que me pareciera diferente a lo ya conocido. Me pasaba lo mismo cada vez que viajaba, todos los sitios me eran habituales. Mi familia me decía que era aburrido ir conmigo a cualquier parte, porque no me interesaba por nada, pero por mi parte lo lógico, era no querer salir a ningún sitio, porque como les comento si todo era parecido y  se semejaba a lo que dejaba atrás, había que entenderme. 
                            Siempre recordaba cuando pequeña, tenía mucha imaginación y lo único que me parecía entretenido era ir a los parques de atracciones o a lugares en donde la fantasía y la ficción fueran la parte principal. Así que la vez que viajamos a  Laponia, aquel lugar, me pareció diferente al resto del mundo. La primera vez que dormí en aquel lugar rodeada de blanco y frío, en donde el ambiente dejaba  la imaginación a su libre albedrío, supe que había llegado a un lugar en el que nunca había estado y que todo me parecía distinto. Era un mundo de hadas y brujas, Papa Noël, de gnomos y pequeños seres desconocidos.                                                      
                                Disfruté al máximo de mis días de estancia allí, cuando me tuve que marchar, me llevé conmigo tantas experiencias nuevas, que creo que a partir de ese momento, puedo decir, que he vivido dos vidas.

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