viernes, 9 de septiembre de 2011

El viejo profesor...y yo.

                                    El que nos reencontráramos después de tanto tiempo, fue cosa del destino, como siempre digo que las casualidades no existen, ni siquiera podía achacárselo a ello. Pero me sentí feliz de ver a mi viejo profesor.
                     Parecía que el tiempo no había pasado por él, su barba algo más blanca, pero continuaba con aquella sonrisa y saber estar, que me enamoró en el pasado. Nos detuvimos un corto rato para saludarnos, después quedamos en vernos en la cafetería de la universidad.
                         La mañana pasó larga y espesa, no sé si fue el calor del verano inminente, o las ganas que tenía de terminar las clases.  A la hora indicada, mi profesor me esperaba ante una taza de café. Pedí un refresco y me senté a su lado, el mismo olor, el mismo pelo rizado y los mismos ojos de un fris intenso, que ahora me miraban con profundidad, intentando averiguar mis pensamientos.
                            El corazón me dio un vuelco al sentirme tan cerca de él. Una hora más tarde nos habíamos puesto al día, deseé poder pasar la noche con él, como antes, ahora ya éramos los dos mayores, necesitaba su presencia cerca de mí.
                             La timidez de antaño ya no formaba parte de mí, así que se lo pregunté....

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