El restaurante estaba tan lleno de gente que tuvimos que esperar por lo menos una hora. Raúl y David, se desesperaron, como pasaba siempre, no tenían paciencia, Marta y yo comentábamos esto con la mayor naturalidad, pues siempre sucedía lo mismo, cuando alguien abordó a mi amiga con un abrazo y un entusiasmado saludo. Era un compañero de curso de hacía ya muchos años, ella casi no se acordaba, pero él la puso al día rapidamente, hizo las presentaciones de rigor y entablamos una amena conversación los tres. Cuando nos avisaron que teníamos mesa, decidimos sentarnos todos juntos, el amigo de Marta iba con una chica, a nuestros maridos no les hizo mucha gracia eso de sentarnos con extraños, pero a nosotras nos daba igual, ya lo teníamos claro.
Ese fue el inicio de mi amistad con Claudio, amistad que pronto se convirtió en algo mas serio, nos convertimos en amantes casi sin darnos cuenta. Mi marido, tenía una amistad íntima con mi mejor amiga, no me importaba, ella me lo contó en su momento, pero yo no sentía amor por él. Cuando empecé la relación con Claudio, mi marido, no se percató de nada.
Davinia y yo llevábamos diez años de matrimonio, lo que al principio fue apasionado y entusiasta, se había convertido en una relación aburrida y tediosa, procurábamos no vernos demasiado pues ello daba lugar a enfados y conflictos. Llevaba ya tres años de íntima relación con su mejor amiga, cundo me di cuenta que empezó a liarse con Claudio, casi me alegré, pues así yo podría seguir mi historia con mas naturalidad. Ella, no se dio cuenta de nada.
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