viernes, 28 de enero de 2011

EL CHICO DEL MERCADILLO DE LAS FLORES.


En el mercadillo de flores al que solía acudir casi todos los Domingos, ese día, era un tanto especial, porque la cantidad de flores y plantas que se encontraban en todos los puestos, era como para comprar sin parar.
                   Paseé durante un buen rato sin atreverme a decidir que llevar a casa, por fin, cuando ya lo tuve claro, me apropié de una caja de cartón y empecé a colocar en ella las plantas que me iba a llevar. Un rato más tarde y un empujón después, tropecé con alguien  que me hizo ver algunas flores tan de cerca, que algunos colores me parecieron absolutamente magníficos. 
                   Miré  a la persona que me había empujado con cara de pocos amigos, pero él me sonrío de forma bastante amigable. Un metro ochenta de estatura, hollitos en las mejillas, una sonrisa digna de un actor de cine y un pelo trigueño, ondulado y que si hubiera podido, mi mano hubiera estado dentro de esa fantástica melena, acariciándola. Pero como no era el momento, le sonreí de la misma manera y seguí mi camino.
                     Nunca, jamás, nos volvimos a encontrar, esa fue la gran pena de aquellas vacaciones, me hubiera gustado tener una relación con aquella persona que me pareció tan especial, pero las cosas son así, quizá, en algún momento de mi vida, en alguna esquina, el chico del mercadillo de las flores y yo, podamos volver a reencontrarnos. 
                       

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