viernes, 28 de enero de 2011

AQUEL HOMBRE PREPOTENTE.

                             Cuando lo conocí, nunca imaginé que un tipo tan prepotente y desagradable, pudiera tener tanto éxito con las mujeres. Lo del éxito, lo decía por mi misma, pues a los dos o tres días de haber entablado una cierta amistad con él, ya me tenía medio conquistada. Como yo era mayor de la media de sus mujeres, me dediqué a sicoanalizarlo, porque aquel hombre era un caso de libro. Todas protestaban de él, pero todas caían rendidas en sus brazos. Espontáneo y soñador, sociable y elocuente, de esa manera lo describían sus amantes, pero yo sabía que detrás de todo eso había una hombre  arrogante y egocéntrico, una persona de natural narcisista.
                               Tuvimos contacto, porque fui a la boda de mi hermana, resultó que él era el hermano del novio, así que no tuve más remedio que ponerle buena cara durante los días que estuve allí. Pero lo caté rápido, tampoco había que ser muy lista, pues él lo iba cantando. No tenía trabajo fijo, buscaba uno de jefe que nadie le daba porque no tenía preparación para ello, así que vivía un poco de los hermanos y de los padres. En ocasiones, se aprovechaba también de las mujeres con las que estaba. Terminé por llamarlo el mirlo blanco. 
                                         Cuando pasaron los años, el mirlo blanco, perdió los pocos amigos que tenía, las mujeres se olvidaron de él y se encontró bastante sólo. Entonces lo más cercano que tuvo, fue una mujer que había emigrado a su país, al no encontrar nadie mas que le hiciera caso, pensó que con aquella señora, tampoco estaba tan mal, por lo que convivió con ella a falta de otra cosa. 
                                            Me hirvió la sangre al enterarme, pues sabía que no era una relación por amor sino por interés, en fin, a cada cual, con la cuchara que coja, que coma.
                         

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