miércoles, 27 de octubre de 2010

UNA AUTÉNTICA MADRE

                No me preocupaba lo que sentía en aquel momento, el hecho de que hubiéramos tenido una discusión, no era motivo de intranquilidad para mí, estaba tan acostumbrada a este tipo de incidencias, que cuando pasábamos un día en paz, me inquietaba. Aunque éramos madre e hija sólo nos llevábamos quince años de diferencia, evidentemente no fue una niña buscada, entablé relación con un chico, la primera de mi vida y al poco, sin darme cuenta, empezó a crecerme la barriga. Se dio cuenta mi madre, yo pensé que había engordado. Cuando cumplí los veinte mi madre falleció, me dio tiempo a estudiar enfermería, tenía mi trabajo y más o menos me busqué la vida, pagaba el alquiler del piso y el resto lo dedicaba para vivir la niña y yo.
                      Pero mi hija desarrolló un carácter que no sabía como encauzar. Todo lo que yo hacía le parecía mal, a veces pensaba que era la típica edad adolescente, pero otras veces, me imaginaba que debería ser mas dura con ella. De alguna manera, dejaba que el tiempo fuera pasando, pensaba que en algún momento, algo sucedería y las cosas cambiarían. Y cambiaron, un día Raquel se acercó a mí cabizbaja y afligida para contarme algo, no hizo falta que me diera muchas pistas, estaba embarazada.
                     Se repetía la historia. Pero ella quería abortar, me costó muy mucho convencerla de que no lo hiciera, le dije que yo adoptaría al bebé, ella no tendría ningún tipo de responsabilidad. Acordamos que fuera de esa manera, tuvo a su hija de la forma mas natural, nació nueve meses después de parto natural.
                        A los veinte días empezó a ir al instituto, se encontraba perfectamente. Como la madre era yo, tenía la baja por maternidad, así que me quedé en casa con Ylenia que era una maravilla de niña. Meses más tarde llegaron las vacaciones de verano, tres largos meses, Raquel tenía pensado hacer un viaje a no sé donde, pero no hablaba de ello.
                        Pasábamos el tiempo, yo atendiendo a la niña y Raquel, mirando lo que hacía. Escuchaba los mimos que le dedicaba a Ylenia y las boberías que le decía, de vez en cuando le hacía el típico comentario de esto te lo decía tu abuela o esto otro, te encantaba cuando eras chica. Nunca jamás me había escuchado con tanta atención, le había llegado su momento.
                                   Un mes más tarde ya cogía a su hija, la dormía, le daba el biberón, era una auténtica madre con su bebé. Casi no salía de casa, la llamaban sus amigos, pero siempre ponía excusas, era más importante estar con su hija que perder el tiempo en la calle.
                                 Cuando terminó el bachillerato, estudió una carrera de tres años, era muy lista y pronto consiguió un empleo, nos cambiamos a una casa más grande, necesitábamos una habitación  para la niña.
                                 Mi hija fue la madre perfecta, le llegó su momento, se comportó según le pedía la vida en ese instante. 

                         


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