jueves, 28 de octubre de 2010

COMPAGINANDO

                    No sabíamos a donde nos dirigíamos, ese caminar sin rumbo, era lo que el destino había marcado para nosotros. Día tras día, esa sucesiva transición de nómadas que pasaban por nuestras vidas, terminaban por hacernos sentir como si no perteneciéramos a ninguna parte del mundo. Realmente, así era, pertenecíamos sólo a nuestras ideas, durante muchos años de nuestra juventud, vivimos por y  para ello, pero llegó un momento en que claudicamos, decidimos que queríamos tener una vida propia, no sólo vivir por otros. No fue fácil, nuestro grupo no lo entendió, algunos, si, pues pensaban lo mismo que nosotros, pero otros, intentaron hacernos cambiar de opinión, sin éxito.
                    Esta carta, la escribió mi abuelo, un mes después, lo mataron. La leí una sola vez en mi vida, tenía quince años, la encontré por casualidad en la buhardilla de mi casa, nadie se enteró. Fue decisiva en mi vida, pues a partir de ahí, en vez de estudiar enfermería, que era mi ilusión, estudié derecho, creí que podía hacer mas con esta carrera.
                    No cometí el error de mi abuelo, formé una familia, me dediqué a mi profesión en cuerpo y alma, ayudé a mucha gente, pero no dejé atrás mi vida, lo compaginé todo de la mejor manera que pude, así que cuando pasó mucho tiempo y tuve que hacer repaso, me sentí feliz con el resultado obtenido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.