domingo, 24 de octubre de 2010

LA PERSONALIDAD DE LOS HIJOS

                El espantapájaros, moviéndose al compás del viento, no parecía que cumpliera su misión con mucha efectividad, pues dos ó tres pájaros se habían posado en el con total impunidad. El campo de trigo se veía bien cuidado, brillaban las espigas, prontas a ser recogidas, el tractor a lo lejos, ahora dormido, indicaba que el día era festivo, que la gente de la casa hoy se levantaría mas tarde. En la granja, vivían seis personas, un matrimonio joven y sus cuatro hijos. Por la mañana, llegaban los tres empleados, se encargaban de los animales y del mantenimiento. Les iba bien, estaban satisfechos, podían pagar a su gente y les sobraba para vivir ellos con dignidad.
                Pero la pareja no era del todo feliz, los chicos eran todos varones, hacían lo imposible por tener la niña que no llegaba. Ella se lo había dicho a su marido, no le importaría tener quince hijos, pero tendría una hija.
                    Y, efectivamente, con esa determinación, la hija llegó, después de siete chicos, pero llegó. La llamaron María, como su madre, en el momento de su llegada, sus padres ya eran mayores, cerca de cincuenta años, su hermano mas pequeño, tenía unos diez. Pero nada pudo con la alegría de la madre, el afán de su vida, se había visto colmado, se sentía plenamente satisfecha.
                     Cuando la hija fue creciendo y mostrando su personalidad, empezaron a darse cuenta que no tenía nada que ver con la de sus hermanos, era como si hubiera crecido en un lugar diferente, con padres distintos y ambiente que no tenía nada que ver con el que ellos vivían. Era caprichosa y antojadiza, sus gustos y fantasías, tenían a sus padres siempre en tensión. Vivían por y para ella. 
                     Una vez que fue mayor, ya no hubo quien la metiera en vereda, no quería tener a nadie que la estuviera fiscalizando, quería en definitiva, vivir su propia vida. Sus padres estaban destrozados, de su única hija, esperaban otra cosa, que fuera quizá mas de ellos. Pero lo que ellos ignoraban, es que los hijos no son propiedad privada de los padres, cada uno nace con su propia personalidad, unos vuelan antes, otros mas tarde, pero en cualquier momento, lo natural es que salgan del nido. Tendrán que aprender de sus propias experiencias, tendrán que caer para aprender a levantarse, no siempre puede estar la mano del padre ahí para ayudarle. La hija no era lo que ellos esperaban, pero no deberían esperar nada, ningún padre, sabe como va a ser la personalidad de un hijo, aunque no por eso, dejan de quererle. 

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