martes, 4 de octubre de 2011

La profesora que nadie imaginaba.








                                    Sonó con fuerza el timbre de salida mientras mis alumnos terminaban de copiar el título de la redacción del lunes. Sería un comentario sobre el peor momento de su vida, iban a ser anónimas y por tanto, no hacía falta firmarlas.
                    Así acabé la clase  aquel viernes de mayo, los chicos salieron en tropel, me quedé un poco rezagada en el pasillo porque vi  acercarse a Jonás, un muchacho de mi clase que había empezado este año.
                 Como si fuera una confidencia, se pegó a mi oído y me susurró algo que me dejó helada, no recuerdo las palabras exactas, algo así como, - profesora, estoy seguro que mi redacción va a ser la ganadora no creo que ninguno de sus alumnos haya cometido un asesinato y ese momento fuera el peor de su vida.




                       Como se podrán imaginar, esa noche no pude conciliar el sueño, ni esa ni la siguiente. Tuve pesadillas de muertos y crímenes en los pocos ratos en que conseguí dormir, así que al despertarme el lunes por la mañana, la muerta parecía yo.
                    Ojeras marrones y la cara con una expresión tal, que ni siquiera una mano de polvos translúcidos y colorete, logró atenuar. Así tuve que salir a la calle, al entrar en el colegio dos compañeras me hicieran algunos comentarios, pensé que las mujeres siempre nos damos cuenta de la mala cara de las otras.
                      Una vez en clase, empezamos como siempre, intenté retrasar al máximo el momento de pedir las redacciones, una alumna me lo recordó y le dije que las recogiera. Me las llevé a casa y esa tarde, me dispuse a leerlas.
                           Casi todos escribieron sobre asuntos de lo más banales,cosas normales para su edad, que si mis padres me cogieron dándole un beso a mi chica, que si el botellón, que si el día que hice novillos en el colegio, alguno que otro, abriéndose un poco más emocionalmente, contaron historias familiares. Cuando hube leído unas diez, empecé con la de Jonás. Me dí cuenta en seguida que era la suya, porque comenzaba contando lo que sucedió el día que mató a sus padres. 
                         Al terminar me temblaba todo el cuerpo, no sabía si acudir a la policía o hablar directamente con el chico. En el escrito relataba con toda suerte de detalles como quemó la casa con sus padres dentro, era muy pequeño,  sólo tenía diez años, pero tuvo la sangre fría de hacerlo.
                            Yo, con el malestar que sentía, me puse a recordar como hace ya muchos años, siendo también menor de edad, 
                                 .... cometí un crimen, igual al que hizo él.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.