lunes, 16 de mayo de 2011

Mi vecino de enfrente ( X )


           La vista que mi vecino tenía desde su terraza tenía que ser impresionante, el edificio era un poco más alto que el mío y daba al mar. Así que cuando aquella mañana me levante temprano, casi de noche como era mi costumbre y con un  café en la mano me senté en mi terraza, observé que él estaba haciendo lo mismo en la suya.
           Iba sin camisa, sólo cubierto por un pequeño pantaloncito, despeinado y con cara de recién levantado. Pero eso no le quitaba atractivo, al contrario, se veía al natural casi mejor que vestido. Oculta por la celosía y las plantas, seguí mirando sus movimientos como una furtiva.
       Sin saberse observado, con la naturalidad que da el encontrarse sólo, se asomó al balcón y miró la calle, saboreó el café, tenía labios gruesos y sensuales, los ojos oscuros se fruncieron un poco al mirar a lo lejos, imaginé que el sol estaría apareciendo por ese lado y le molestó. 
         Entonces apareció ella. Una mujer un tanto desgarbada y que a la distancia donde me encontraba me pareció hasta fea, lo rodeó con sus brazos por detrás, él se volvió demostrando sorpresa y se besaron durante un rato con pasión. Entraron en la casa abrazados y yo me quedé de piedra, no parecía la mujer adecuada para un hombre así, nunca lo hubiera imaginado. Al mediodía, cuando llegaba del supermercado, la vi salir del edificio de enfrente, nunca la volví a ver.
            Sí, mi nuevo vecino, me dio mucho juego, pues se quedaba despierto hasta las tantas, a la semana y una vez que tuvo todo organizado, empezó a escribir. No me equivoqué, era escritor. Montó su despachó al lado del salón, no se preocupó de poner cortinas, así que lo veía a todas horas hiciera lo que hiciese. A veces me daba la impresión de que sabía que lo vigilaba, porque de repente miraba directamente hacia donde yo me encontraba, pero, no, porque luego volvía a lo suyo.  
              Ayer, de madrugada, antes de acostarme me asomé al balcón de la terraza, enfrente estaba oscuro y pensé que él ya estaría durmiendo, respiré profundo el aire de la noche y mientras saboreaba el silencio, miré hacia su balcón, ahí estaba, con una copa de vino en la mano, la levanto hacia mí y simplemente...me sonrío.
                  

             

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