Me acerqué al letrero pegado a la farola y durante un rato lo miré, iba dirigido a mí, no me cabía la menor duda, alguien lo puso allí para que lo leyera.
Hacía años que él se fue de mi lado, lo busqué por todas partes pero en vano, aquel letrero me hizo recordar otros tiempos en que de tan unidos parecíamos uno.
Decidí retomar su búsqueda. De manera calma y silenciosa como acostumbraba, me presenté en su casa. Durante varios días no se dio cuenta de mi presencia, después empezó a sentir algo...no se si fueron recuerdos del pasado o quizá la sensación de compañía inesperada.
Se había convertido en un joven guapo y legal, en ésto último pensé que yo tuve algo que ver ya que siempre intenté llevarlo por el camino correcto.
Y empezamos de nuevo la relación de antaño. No tardo mucho en darse cuenta de mi presencia y de alguna forma, me hablaba sin palabras y yo le respondía de la misma manera.
En esta segunda parte de nuestra historia, compartimos sentires y emociones, la huella de la compenetración de tiempo atrás permanecía vigente y el afecto estaba intacto.
Intercambiamos de nuevo impresiones y resolvimos no perder el contacto nunca más, matices de colores intensos se hacían eco de nuestra relación e iluminaban el pasado y el futuro.
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