miércoles, 6 de julio de 2011

El mundo verdadero.


                                Miré hacia arriba y el oscuro del cielo me hizo pensar que en breve caería lluvia, por lo que apuré el paso hasta mi casa. El terreno se encontraba pantanoso debido a las lluvias de los días anteriores, tenía que caminar más lento de lo que me hubiera gustado, pero no había otra manera, a menudo los pies se hundían en el fango, algunos lodazales eran tan grandes que costaba salir de ellos.
                            Cuando llegué, ya estaba empapada a pesar del impermeable, el agua se coló por cualquier resquicio que fue encontrando en mi ropa y lo primero que hice fue quitarme botas, jerseys y vaqueros. Había dejado la calefacción puesta, así que no me importó andar en ropa interior por la casa. Me preparé un café y me senté ante el ordenador. El paseo me sentó bien, me gustaba encontrar el silencio que era difícil en una vivienda de pisos, ahora mismo escuchaba los ruidos de mis vecinos, típicos de esas horas de la tarde, niños cenando, sonidos de cubiertos, algún televisor alto.
                                No tenía mensajes de mis amigos, estudié durante un rato y encendí el televisor. Sin darme cuenta me pudo el sueño y como sucedía casi todas las noches, volvieron a mi los recuerdos que ni siquiera eran míos, los olores que nunca había olido y aquellos sonidos tan extraños y que por momentos parecían ajenos a este mundo. Vagué sin rumbo entre risas y mariposas, entre la nitidez de un cielo blanco de nubes azules, con olores a comida, me acogieron multitud de brazos verdes y amarillos que nunca vi y todo lo sentía como que pertenecía a una nueva vida.
                                Sonidos, movimientos, bailes, olores, todo se apoderaba de mi mente y cuerpo en una danza sin fin, un frenesí que parecía que duraría toda una eternidad. Entonces sentí su abrazo....
                             Era algo real, que me sacó poco a poco de la imaginaria ilusión en la que estaba. El abrazo de Antonio, mi pareja, me devolvió a este otro lado, al mundo auténtico y verdadero.
                           




  

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