RECUPERAMOS EL TIEMPO PERDIDO

               Al subir los últimos escalones del ayuntamiento, mi hermana tropezó y cayó de tan aparatosa manera, que empleados y visitantes, salieron a la puerta a prestar ayuda o por lo menos a averiguar lo que sucedía, pues los gritos histéricos, mitad dolor y mitad llamada de atención, hacían que cualquiera se parara en seco. Me ponía de los nervios esa forma de actuar, en cualquier lugar y en cualquier situación, tenía que ser el centro de los que la rodeaban.                                                                        

                    Sinceramente, ella y yo, nunca habíamos mantenido una buena relación, todo lo que yo hacía, le molestaba y viceversa. Siendo muy pequeñas, las discusiones y las peleas entre ambas eran tan frecuentes, que nuestra madre se desesperaba. Al salir del ayuntamiento, fuimos al médico, pues m hermana tenía cita y me pidió que la acompañara.                                                                                  
                     Al salir de la consulta, nuestras caras, tenían que haber cambiado, pues no fueron buenas noticias las que le dieron. En principio, había que esperar por una serie de pruebas y demás, pero ya nos adelantó la doctora, que en la revisión, había algún tipo de patología a estudiar.                                      Efectivamente, ese día fue el inicio de un calvario, pruebas de todo tipo que tardaban en llegar y la consabida preocupación de mi hermana y el resto de la familia.                                                                   Y, así estuvimos muchos meses, casi un año, porque recibió quimioterapia y radioterapia, todo salió bien, se recuperó satisfactoriamente, pero lo mejor que pudo pasar, fue que después de esta cruel enfermedad, ella y yo, llegamos a un punto de unión y comunicación, que jamás nos hubiéramos imaginado, salimos indemnes de todo aquello, pero recuperamos el tiempo perdido.