

Tres semanas después, llamó mi hermano para contarme que estaba vendido, nos reunimos ante el notario para los trámites de rigor. El comprador, era un hombre joven y dispuesto, fue del agrado de todos, nos sentimos satisfechos con la venta.
Una semana más tarde, me sorprendió la llamada telefónica de Oscar, el comprador de nuestro barco, me invitaba a cenar, a lo que acepté, pues me pareció bastante agradable. Fue una comida entretenida, Oscar era buen conversador y derrochaba simpatía. En medio de la cena y con unas cuantas copas de más, se le ocurrió preguntarme el porqué mi hermano tenía tanto interés en la venta, a lo que no supe que responder, pues ni siquiera estaba informada de eso. Al decirme que le había ofertado comprarlo a mitad de precio, todo me pareció tan extraño, que me dije que tenía que investigarlo.
Me vine a enterar tiempo después, que mi hermano se había dedicado a negocios fraudulentos, utilizando el barco para ello, contraté un detective privado que me puso al día de la siniestra situación. No me lo podía creer, pero son cosas que pasan, hablé con mi hermano el cual intentó encontrar una disculpa aceptable, lo que fue imposible.
En cualquier caso, este tipo de situaciones, se dan, hasta en las mejores familias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.