lunes, 14 de marzo de 2011

LA DOBLE VIDA DE MI PADRE.

                   No bien me hube acercado al jardín y visto el césped escarchado, imaginé que el día sería incluso más frío que el de ayer, así que fui pensando en alguna actividad que me hiciera pasar  la mañana entretenida, pues no se me apetecía salir de casa. Recordé entonces, las veces que me había propuesto poner el garaje en orden y  nunca lo había hecho por no tener tiempo, hoy era el día ideal para ello. Así que preparé los bártulos de limpieza y crucé por el sendero de gravilla hacia el garaje. Hacía tiempo que nadie lo utilizaba y abrir la pequeña puerta de acceso, me costó, pero un par de golpes hicieron el milagro.
                        Olía a moho y cerrado, la luz no funcionaba,  me hice con una nueva bombilla que solucionó el problema. Miré a mi alrededor, cajas que casi llegaban al techo y multitud de viejos muebles y enseres que no servían para nada. Con un profundo suspiro de resignación, empecé la ardua tarea. Hacia las doce del mediodía, me sentía tan profundamente cansada que me dí un parón para tomar algo y reponerme. Decidí empezar a abrir cajas, que me pareció menos agobiante.
                         Seis cajas después, estaba al borde del hastío, sólo papeles y cosas sin importancia que mi padre había guardado a través del tiempo. La última y me voy a casa, me dije y dicho y hecho, la abrí y una vez registrado el interior, lo de volverme a casa, no me pareció tan buena idea.
                          Eran cosas de mi padre, tanto él como mi madre habían fallecido hacía dos años y la casa estuvo sin habitar todo ese tiempo, me decidí a venir cuando me quedé sin trabajo y pagar un alquiler se me hacía muy caro. Pero nunca pensé  encontrar cosas personales en las viejas cajas del garaje. Según lo que me contaban aquellos papeles, mi padre tenía una doble vida.
                            Encontré fotos y cartas de gente desconocida, partidas de nacimiento y copias de una serie de facturas a nombre de una mujer que no sabía ni quien era. ¿ Tenía mi padre una amante, de la cual nunca supimos ? ¿ Tendría hijos con otra mujer, una familia que en mi casa no sabíamos de su existencia ?.   Me entró tal agobio y opresión, que después de un rato y una vez que pude obtener alguna dirección, cogí mi coche y me puse en marcha.
                           No encontré a la mujer que buscaba, pero por medio de una vecina, pude saber de un hijo. Mientras tocaba en aquella puerta, sentía el corazón palpitándome y como una sensación de angustia se hacía dueña de mí.
                               La persona que me abrió, era una hermana, la única que he tenido, sí, la doble vida de mi padre, hizo que encontrara a la persona que se convirtió en mi mejor amiga, mi confidente y entusiasta compañera durante el resto de mi vida.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.