

Menos las que quieran un marido fiel y que esté a las nueve en casa. Porque cuando salía, no podías ni imaginar la hora de vuelta. Y, Lucas, salía a diario, porque eso de estar en el mismo sitio mucho rato, no se había hecho para él. Confirmaba todos los días, que el universo contaba con su presencia para seguir funcionado y hasta que eso no lo tenía claro, no entraba de nuevo en casa. El mundo, para él, no se limitaba tan sólo al bar en donde se reunía con sus amigos, no, el mundo de Lucas era mucho más amplio. Si encontraba a alguien conocido que iba al cercano pueblo, se apuntaba sin ningún problema, la vuelta a casa, Dios proveería. Y quien dice el pueblo de al lado, puede decir el continente de al lado, le daba igual.
Fue entonces, cuando se marchó al cercano continente con una chica que conoció una noche, cuando me dije hasta aquí llegamos, porque quince días mas tarde, llegó como si nada hubiera pasado. Y yo, para mí, pensé que la próxima vez que saliera con un hombre, procuraría que tuviera, sencillamente...los pies en la tierra.
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