

Éramos cuatro hermanos, dos hombres y dos mujeres, pero todos trabajábamos a la par. Mi madre, estaba en mi casa encargándose de sus labores. La forma de ser de mi madre, era un tanto especial, pues era un poco pedante y prepotente. Lo comento, porque el día en que mi hermano pequeño se enamoró de Carmen, la administrativa, ella consideró que era poco para él, le formó una historia que no venía al caso y Pedro, mi hermano, se quedó absolutamente, hecho polvo.
Todos le teníamos no se si era respeto o miedo a mi madre y ninguno de los tres hermanos restantes se atrevió a ponerse de parte de Pedro. Este, un mes después, se marchó de la mano de Carmen, dejó el negocio y a la familia.
Los hermanos admiramos su decisión, no supimos si nosotros nos hubiéramos atrevido a hacer algo así, estábamos demasiado apegados a la familia y la manipulación a la que nos había tenido sometido mi madre desde pequeños, había surtido efecto.
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