viernes, 4 de marzo de 2011

LA PROFESORA QUE NADIE IMAGINABA.


                                     Entre todos los alumnos a los que daba clase, les dije que para el siguiente lunes, me trajeran una redacción comentando el peor momento de su vida, que iban a ser anónimas y que por tanto, no hacía falta que las firmaran, que la próxima sería hablando del mejor.
                     Fue así como acabé la clase de aquel viernes de mayo. La hora de marcharnos se acercaba, lo confirmó la sirena del instituto con su estridente grito. Salieron en tropel todos los chicos, me quedé un poco rezagada caminando despacio por el pasillo, cuando se me acercó Jonás, un muchacho de mi clase que había empezado este año.
                   Como si fuera una confidencia, se pegó a mi oído y me susurró algo que me dejó realmente impresionada, pues aunque no recuerdo las palabras exactas, fue algo así como, profesora, estoy seguro que mi redacción va a ser la ganadora, pues no creo que ninguno de los alumnos de su clase, hayan cometido un asesinato y ese momento haya sido el peor de su vida.

                               Como se podrán imaginar, esa noche no pude conciliar el sueño, ni esa ni la siguiente. Tuve pesadillas de muertos y crímenes en los pocos ratos en que conseguí dormir, así que al despertar, el lunes por la mañana y mirarme al espejo, la muerta parecía yo.
                         Ojeras marrones, y la cara con una expresión tal, que ni siquiera una mano de polvos translúcidos y colorete, logró atenuar. Pero con esa cara tuve que salir a la calle, entrar en el colegio y escuchar el que dos ó tres compañeras me hicieran algunos comentarios. Las mujeres somos las que nos damos cuenta de la mala cara de las otras.
                            Una vez en clase, empezamos como siempre, intenté retrasar al máximo el momento de pedir las redacciones, una alumna me lo recordó y le dije que las recogiera. Me las llevé a casa y esa tarde, me dispuse a leerlas.
                              Casi todos escribieron sobre asuntos de lo más banales y normales para su edad, que si mis padres me cogieron dándole un beso a mi chica, que si el botellón, que si el día que hice novillos en el colegio y alguno que otro, abriéndose un poco más emocionalmente, contaron historias familiares. Cuando hube leído unas diez, empecé con la de Jonás. Me dí cuenta en seguida que era la suya, porque comenzaba contando algo así como el día que maté a mis padres. 
                           Al terminar, me temblaba todo el cuerpo, no sabía si acudir a la policía o hablar directamente con el chico. En el escrito, contaba como quemó la casa con sus padres dentro, era muy pequeño, pues sólo tenía diez años, pero tuvo la sangre fría para hacerlo. Yo, con el malestar que sentía, me puse a recordar, como hacía muchos años, siendo también menor de edad .... cometí un crimen, igual al que hizo él.
                                        

1 comentario:

  1. Como siempre me encanta! Se me hizo corto que quieres que te diga, suspense ...
    Menuda profe! Siosh!!
    Bsitos

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Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.