miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS MALOS TRATOS DE MI PADRE.

Lo miré durante unos instantes y me pareció tan sugerente y absolutamente pequeño, que me invadió algo así como pena o tristeza, recordé cuando era pequeña y mis hermanos y yo invadíamos la zona de la playa que rodeaba nuestra casa buscando cangrejos, lapas, estrellas de mar o erizos, no siempre encontrábamos de todo, pero al menos lo intentábamos. Fue una época fantástica para los cuatro, nos sentíamos unidos y felices como pocos. Al regresar del colegio, nos descalzábamos y al agua. 
                     Unos años más tarde, fue cuando nos enteramos de la triste realidad de nuestra familia, de como mi madre no era feliz, de como mi padre la maltrataba. 
                      Pero eso fue cuando cumplimos doce ó trece años, porque por aquel entonces teníamos unos siete u ocho , y vivíamos sin saber que era lo que pasaba en nuestra casa.
                                Crecimos y nos convertimos en cuatro muchachos que amábamos con locura a nuestra madre, sabíamos el terror que pasaba y no entendíamos como aguantaba tamaña locura, odiábamos a nuestro padre, pero lo soportábamos por ella. Nunca hablamos de los gritos, peleas ni golpes, ante todo porque se producían en nuestra ausencia, pero sabíamos que existían. Un día cualquiera, nos pusimos de acuerdo, no aguantamos más la situación, no soportamos más ver el destrozo a que estaba sometiendo aquel hombre a nuestra madre. 
                                  Él era cazador, un fin de semana, se fue de caza y nosotros lo seguimos. Al llegar al lugar en donde dejó sus bártulos, no tuvimos que sino que acercarnos a él, se lo dijimos claramente, como vuelvas a tocarla, como le pongas la mano encima otra vez, no vuelves a ver la luz del sol. Se quedó impresionado con nuestras palabras, pero fueron claramente efectivas, a partir de ese momento, no hubo más malos tratos en nuestra casa.
                                 

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