viernes, 18 de marzo de 2011

GRACIAS A LA PRIMAVERA.

 
Posted by PicasaLa llegada de la primavera supuso aquel año una enorme alegría. En el pueblo, que hasta hacía pocas semanas no podíamos ni salir de casa, ahora comprobábamos con satisfacción, como la nieve había dejado de existir. El campo se veía casi cubierto de flores y nos podíamos permitir el lujo de quitarnos los gruesos abrigos. Parecía que la gente tenía ganas de reír, salir a la calle, contactar unos con otros después de tantos meses, hacía que una sensación de felicidad nos inundara. 
                   En casa, preparábamos el recibimiento de unos primos y tíos que venían de lejos, hermanos de mi madre, hacía muchos años que no se veían y ella estaba exultante. Y nerviosa, no dejaba de decirnos como nos teníamos que comportar y hablar y yo que se cuantas cosas más. Creo que a estas alturas, no se había dado cuenta de que sus cuatro hijos eran todos mayores de edad. 
                             La perdoné porque sabía que el entusiasmo le podía, lo que no significaba que quisiera pasar en casa muchas horas junto a ella, así que decidí ir a dar una vuelta y disfrutar del clima tan benefactor que teníamos. Me fui hacia el lago, seguro que el deshielo ya habría hecho de las suyas y se podría ver el agua azul. Y así era, el  reflejo del cielo se notaba en el lago, un intenso tono añil, rabioso de tan azul, se reflejaba en toda la superficie. Me sorprendió que un día como aquel no hubiera paseantes, después recordé que al ser horario de trabajo, era lo normal.
                                      Recorrí toda la orilla, se notaban en algunos lados, florecillas de colores, que timidamente asomaban como anunciando la nueva estación. Yo iba con cuidado de no pisarlas, pues me daba pena, al ser tan pocas, acabar con ellas. Pero a partir de entonces, el cuidado sendero empezó a aparecer pisoteado, lo que me hizo pensar que alguien iba delante de mí.
                                      Caminé entonces intentando silenciar mis pasos, pues quería saber quien era el extraño que avanzaba delante y no tardé demasiado en verlo. Uno de mis vecinos, a los que no apreciábamos demasiado por ser muy confianzudo con mis hermanas, se dedicaba a pisotear las flores de la orilla sin contemplaciones. Parecía estar esperando a alguien, pues en un momento determinado se paró mirando hacia los lados. Sin que me viera, me oculté. En eso observé a una amiga de mi hermana mayor, era la persona esperada, se saludaron, sería tonta quedar con este sinvergüenza, pensé para mis adentros.

                           No bien hubo pasado un rato cuando ya la chica estaba protestando por la forma grosera en que la trataba, salí en su ayuda, no se que hubiera pasado si no hubiera estado allí. Pensé que gracias a las flores y a lo que me gustaba la primavera, había logrado que una persona no sucumbiera a manos de otra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.