CARNAVALES EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA.

              Empezamos la fiesta de carnaval como todos los años, al principio, las murgas y las comparsas hicieron su aparición paulatinamente y después, según fueron pasando los días, se notó que la fiesta e incluso el público empezó a compartirlo. A todas horas se podían oír el sonido de los pitos y los ruidos de las diferentes canciones, que en ocasiones, de tan divertidas, eran casi como si pertenecieran a parte de la sociedad, pues todas se relacionaban con cuestiones que de alguna forma acusaban a las autoridades o a los políticos. La gente disfrutaba escuchando la música  y  la letra en la que se oía la manera de hablar  de aquella forma.
                             Carlos y yo, que no estábamos acostumbrados a este tipo de actuaciones, nos parecía algo de lo más extraño. Habíamos visto carnavales en otros lugares del mundo, pero no como aquellos.  De todas maneras, eran divertidos y sugerentes, nos agradaban y de alguna forma nos parecían de lo más entretenido.
                        Los carnavales que estábamos viviendo en Las Palmas de Gran Canaria, era la primera vez que acudíamos, aunque no pensamos que sería la última, de lo bien que lo estábamos pasando. Como casi todos, coloridos, iluminados, con música de todo tipo y carrozas de cualquier forma y manera, daba gusto, estar en medio de toda aquella algarabía. Multitud de gente, disfrazada, nos volvía locos, bailando y cantando, en medio de la histeria colectiva.
                          Al llegar la noche, todo el mundo se reunió en donde estaban los lugares apropiados para ello. Parques y chiringuitos en donde se podía beber y bailar sin problema. Nos fascinó aquello.
                           Pasamos casi hasta la madrugada, el tiempo, pasó despacio, lo disfrutamos realmente, al máximo. Lo único que pudimos decir, es que el próximo año, volveríamos de nuevo.