Pude sentir como mi cuerpo y yo diría que hasta mi espíritu, se suavizaron al mirarla. Delicada y sutil, caminaba cercana a mi casa, su oscura melena movida por el viento y sus manos, aprisionadas por guantes de color blanco, intentaban poner orden en su pelo si conseguirlo. La seguí con la mirada hasta que desapareció de mi vista y fue mi propio e intenso suspiro, el que me devolvió a la realidad. Me aparté de la ventana, dejando un vaho que observé como iba disminuyendo poco a poco, entonces me senté a seguir estudiando. Imposible conseguir concentrarme durante un rato, ante mis ojos, tenía la figura de la que amaba. No sabía si lo que hacía que perdiera la atención, era la grácil figura, con sus delicados movimientos de cintura al caminar o la forma en que imaginaba que sería su cuerpo desnudo. Me volvía loco mi inusual manera de impresionarme con una mujer. No podía aceptar que nadie me absorbiera de manera tan intensa. Pero durante bastante rato, continué pensando en ella, en sus ojos de tonos melocotón o su perfecta boca rosada. Todo lo que había en su figura, me parecía de alguna forma encantador, todo me arrebataba a sentir por instantes, que la persona en la que estaba pensando, realmente...no existía.
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