martes, 29 de marzo de 2011

Lo que sucedió en la iglesia.

                           Permanecer durante tan largo rato en aquel sitio, no me hizo sentir especialmente feliz, pero por ver contenta a mi madre, hacía cualquier cosa. La acompañé a los funerales de su amiga porque nadie se había ofrecido y sabía lo que significaba para ella. Me encontraba pasando unos días de vacaciones en el pueblo de mis padres, pues vivía en una ciudad no demasiado lejos, cuando surgió la desagradable situación. 
                             Al ser un pueblecito olvidado por el mundo, no había tanatorio, los responsos, funerales y demás, se hacían en la iglesia. Así que nos dirigimos al lugar. No había demasiada gente, aun era temprano, la iglesia, de pequeñas dimensiones y llena de figuras de santos y vírgenes por todas partes, se mostraba en todo su esplendor, las luces encendidas y el atrio lleno de flores, en medio, el ataúd con la muerta. Afuera, la luz cenicienta de la tarde, sin ningún miramiento, se iba poco a poco apoderando del pueblo.
                               Sentí un estremecimiento, no tenía buena relación con la Iglesia, ni con los que acudían a ella, pensaba en lo que me habían contado sobre la mujer fallecida, era un tanto parecida a mí en ese aspecto, nunca tuvo buen trato con el clero, todo lo que formaba parte de la iglesia, lo rechazaba. No entendí el porqué la tenían en medio de algo con lo que nunca había estado conforme.
                                  Empezó la misa con la capilla llena, todo el pueblo había asistido. Al rato, empezaron a temblar las paredes y algunas imágenes se volcaron para horror de los que estábamos allí. Salimos todos en tropel, al llegar a la calle, cesó el estruendo y todo volvió a la normalidad.
                                        No se si después de lo que viví, seré capaz de entrar alguna vez en una iglesia, quizá lo que deba hacer.... es escuchar misa todos los días.

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