jueves, 30 de septiembre de 2010

EL JARDINERO

                             Podaba los setos en aquel momento con un cuidado digno del mejor artista, les daba la forma adecuada, con todo el mimo y cariño de que era capaz. Era un jardín extenso, cuando empezó a trabajar en el, hace ahora tres años, las malas hierbas lo invadían, el césped, estaba lleno de hojarasca, todo brotaba a su libre albedrío. Pero meses después, la diferencia era notable, se veía un orden que jamas había conocido, cada planta en su sitio, daba paz el mirarlo. Los dueños estaban satisfechos con el resultado obtenido, se lo hacían saber continuamente y él, feliz de que su trabajo se viera tan bien aceptado y remunerado. Los dueños de la casa, eran un matrimonio de unos cuarenta años, no tenían hijos, lo que si tenían, era dinero a espuertas, gastaban sin orden ni concierto. Con frecuencia hacían fiestas y reuniones hasta altas horas de la madrugada, trabajaban poco y vivían como reyes. 
                                Entonces fue cuando empezaron los problemas, porque Luifer, el hombre, empezó con una serie de insinuaciones que le tomó por sorpresa. No pensó que fuera gay, luego se demostró que no lo era, pero le gustaba cualquier tipo de práctica y se encaprichó de él. Empezaron una relación a espaldas de su mujer, ella pasaba los días como hacen las ricas, el golf, las compras, el club, ellos mientras tanto disfrutaban el uno del otro.
                                El día en que Luifer le dijo que era seropositivo, se le cayó el mundo a los pies, siempre había tomado precauciones, pero le fastidió que no se lo hubiera dicho antes de.Lo que si le dijo, es que con ella no se ponía preservativo, porque se negaba y no podía llevarle la contraria en nada ya que el dinero que entraba en la casa, era por su parte.
                                    Al día siguiente, ya lo tenía decidido, habló con la mujer y se lo dijo, no podía permitir que la enfermara sin siquiera ella saberlo. Ellos, por supuesto, se separaron, él perdió su puesto de trabajo, pero en su conciencia quedó el haber actuado, de la manera correcta.

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