martes, 4 de enero de 2011

UN ENCUENTRO CASUAL

                  Paseaba una tarde de invierno, abrigada hasta los topes, resguardándome de las inclemencias de aquel horroroso frío que atravesaba sin ninguna piedad los cuerpos de los transeúntes, que habíamos tenido la feliz idea de salir a la calle. Pero ya hacía dos ó tres días que no pisaba el asfalto, entre la nieve y el hielo, me veía imposibilitada a ello. Así que hoy, tomé la decisión, que fuera como fuera, saldría. 
                   Una hora más tarde, estaba un poco arrepentida, pues a pesar de estar bien apertrechada, ya me había dado dos resbalones, una especie de zancadilla que me dio un señor con el que me golpeé y una chica que se agarró a mí como si se le fuera la vida. En fin, que había sido un paseo un tanto conflictivo. Menos mal que me senté en una cafetería bien calentita, en donde repuse fuerzas durante un buen rato, así que un café con leche mas tarde, ya me sentía otra persona.
                    Estaba un tanto dubitativa entre salir de nuevo a la calle o pasar el resto de mis días en la cafetería, porque sinceramente, no era plato de buen gusto, pegarme otro resbalón en la acera o morirme de asco tomando café. Casi me muero del susto cuando las luces del local se apagaron y se sintió el típico ooooh!! de estas ocasiones, que yo también coreé.
                      Oscuridad total para los que nos encontrábamos en el local, mantener la calma en estas circunstancias era lo mas adecuado, pero algunos se dirigieron a la puerta buscando algo de luz. Oí una voz a mi lado, digo oí, porque dadas las circunstancias, no vi a quien la emitía, pero era una voz varonil y bien hermosa. Sólo me dijo, - ¿ se encuentra bien?. No se porqué pensó que me tenía que encontrar mal, pero como me pareció un hombre educado y amable, le respondí que sí, muchas gracias. Al instante, llegó de nuevo la luz, guiñe los ojos para poder verlo, observé que él hacía lo mismo, sonreímos al darnos cuenta que parecía que mirábamos un espejo.
                       Hablamos durante un rato y salimos a la calle, me abstuve de resbalarme, porque hasta mi casa, fui bien sujeta por... mi nuevo amigo.
                                      

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