martes, 18 de enero de 2011

FALSAS PROMESAS.

Anduve caminando sin paso fijo, sin saber exactamente a donde me dirigía, simplemente dejaba que mis piernas , unas tras de otra, buscaran el camino. Encontré  un sendero fuera de la ciudad, de noche, bien oscuro, me adentre en él no sin sentir un poco de reparo, pero seguí hacia adelante a pesar del miedo que me invadía. Arriba, una pequeña luna intentaba guiarme sin conseguirlo, pues la nubes se interponían con frecuencia entre ella y el mundo, evitando que su luz llegara a este. No quería pensar en lo que había dejado atrás ni en lo que había escuchado en las últimas horas, mi vida destruida en poco tiempo.
                   Trastabillaba con frecuencia en las piedras del camino, resbalaba y caía, al levantarme notaba el dolor en las piernas, pero era peor el que notaba en el alma. Él, que me juró que para siempre, que si alguna vez se enamorara de otra, yo sería la segunda en saberlo, porque así se lo hice prometer. Que nunca jamás me había faltado una promesa. Mi vida, una absurda mentira, una auténtica estupidez, porque la persona en la que deposité toda mi confianza, había abusado de ella. No entendía nada.
                    Llegué adonde había pensado, el precipicio me miró con sus grandes brazos abiertos, esperando, en el borde, puse mis pies, pensando en todo lo que dejaba atrás, después, simplemente, volé.

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