lunes, 17 de enero de 2011

EL PADRE Y LA PAREJA.

               El viejo que caminaba delante de mi, iba agarrado de una mujer joven, de la que procuraba no soltarse para evitar caer, pues su andar era muy inestable. Dieron la vuelta a la manzana y yo tras ellos, iban al banco a sacar dinero, al ser principio de mes, era casi seguro. También yo, iba al mismo banco.  Entraron delante de mí y al salir, pasó lo mismo, salieron delante de mí. Pero cuando llegaron a la calle, un desaprensivo, intentó quitarle el bolso a la chica, ya que imaginó que llevaría el dinero del padre. Me tiré a él como pude y no le dejé conseguir su empeño, así que lo más que pudo hacer, fue darme un golpe al aire y salir corriendo.
                Se formó la marimorena en la entrada del banco, pero al rato, estaba todo tranquilo. Y así fue como conocí a Raquel. Encontré a la mujer de mi vida de la manera mas tonta, nunca me lo pude imaginar. No tuvo buena relación con su padre jamás, pero ahora que era mayor, intentaba ayudarle. El hombre era arisco y algo prepotente, no era lo que se decía una persona para convivir las veinticuatro horas del día, pero era lo que había. Raquel, otra cosa, alegre y dulce, se apetecía estar con ella a todas horas. Empezamos una relación fantástica, pero el puñetero padre, siempre por medio, la terminaba estropeando.
                   Cuando tomamos la decisión de casarnos y se lo comunicamos a su padre, sólo comentó, que en una casa en donde en un futuro habrían niños y ruidos y demás, que de ninguna manera, que él se iba a una residencia. Nos lo puso claro, su padre se marchó y nosotros, iniciamos nuestra vida en común.

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