lunes, 3 de enero de 2011

EL ASESINO QUE VOLVIÓ

               Salí a mi pequeño jardín, con una garrafa de agua, dispuesta a regar las plantas que se habían secado. Hacía ya dos ó tres días que el jardinero no venía, por lo que no iba a esperar ni un día más. Las matas de rosales y esterlizias que había plantado la pasada primavera, necesitaban agua urgentemente, también lo estaban pidiendo a gritos unos pequeños matojos de romero. Una vez que los hube regado a todos, me dispuse a entrar en casa, pero visualicé a lo lejos el coche de mi amiga Luisa, así que esperé para recibirla. Llegó alterada, contándome que acababa de ver a aquel vecino que hacía años había desaparecido, se le dio por muerto en su momento, creyendo que había matado a una persona, pero ella lo vio en los alrededores de su casa. 
                    La tranquilicé en la medida que pude, mientras le preparaba un té con leche, le pedí que me contara con tranquilidad lo que pasó. Sólo me pudo decir lo que ya he contado, lo vio y salió corriendo hacia mi casa. Fuimos las dos hacia la comisaría, donde no nos hicieron caso pues no llevábamos pruebas. De vuelta a casa, pensamos en lo que podríamos hacer.
                         Por la noche, nos acercamos a la casa de aquel tipo, estaba lejos de la ciudad, pero cerca de la mía. Nos acercamos con sumo cuidado a la ventana en donde se veía la luz azulada del televisor, su hermano y él, relajados, bebiendo unas cervezas, veían la tele. Nos marchamos, nos acercamos de nuevo a la comisaría y sólo tuvimos que contar lo que habíamos visto, lo demás, fue historia, los policías, hicieron su labor.
                  

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