Este año, no es que se me apeteciera mucho ir a casa de mis suegros.Hacía años que no íbamos, pero en este, los hermanos de mi marido, después de muchas deliberaciones, lo habían decidido. No me importó, porque en ese entonces, mis padres estaban fallecidos y no tenía hermanos. Así que nuestros dos hijos y nosotros, nos pusimos en camino.
Nos reunimos diez adultos y doce niños, todos menores de trece años, de lo que se deduce que teníamos que tener nuestros papeles bien asignados y mantenerlos sin ningún tipo de equivocación. La noche transcurrió sin ningún tipo de contratiempo, pasamos una de las Navidades más felices que recordamos, nos reencontramos después de mucho tiempo y resultó que realmente habíamos mantenido, por el tiempo, el cariño que nos teníamos y que por estúpidas equivocaciones, dejamos de lado. Espero que esto que me sucedió, pueda pasarle a otras personas, a veces, sin darnos cuenta, apartamos lo mejor que tenemos.
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