sábado, 10 de septiembre de 2011

Mi propia muerte.

                              El día que me encontraron muerta bajo la espesa capa de hielo del lago, yo no había cumplido aún los diez años. Durante dos semanas me  buscaron por todas partes sin resultado alguno, hasta que trajeron perros de una ciudad cercana. Dieron conmigo al día siguiente. 
                     Recuerdo  continuamente la mañana en la que fallecí, no fue una caída casual, como dijo la policía, no, el hombre que me empujó a la muerte se llama Richard y hoy día, sigue viviendo en el pueblo.
                        Lo odié durante tanto tiempo que no pude evolucionar en mi nueva vida hasta mucho tiempo más tarde, entonces lo perdoné. Pero un mes después mi madre se quedó de nuevo embarazada y nací yo.
                               Cuando cumplí los diez años, el hombre que odiaba, vino a por mí. Una tarde en que venía del colegio, me desvíe del camino, llegué al funesto lugar en que mis recuerdos se hacían pesadillas. Allí estaba él, esperando a su víctima.                
                                  Me tiré a su cuello mientras mis dientes se afilaban y mis fuerzas crecían, mi rostro adquirió la palidez de la muerte, el grito que dio mi presa, se perdió en el sonido de las campanas de la iglesia cercana.
                              
                  
                           



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