lunes, 20 de diciembre de 2010

ESA NOCHE EN LA PISCINA

                Estuve casi toda la tarde distraída en ordenar roperos y alacenas que hacía tiempo que no hacía. Aquella mañana y parte de la tarde la ocupé en eso, no supe porqué, pero se me apeteció. Al terminar, dediqué un buen rato a preparar galletas y algún que otro tipo de postre, pues al día siguiente teníamos invitados en casa. En esa estaba, cuando sonó el teléfono, era mi marido que me comunicaba que llegaría un poco mas tarde. Vivíamos en un bonito edificio de seis pisos, tenía todas las comodidades imaginables, era una vivienda de lujo. Quedarme sola no era un problema, porque había un guardia en la garita de entrada, y cámaras de seguridad por todas partes. Mi marido ocupaba un alto cargo en una  embajada extranjera. Teníamos seguridad a espuertas. Pero aquel día, no estaba para mí.
                   Me apeteció un baño nocturno, así que me puse mi bañador y me dirigí a la piscina, el silencio de la noche, agradable y silencioso, me hacía sentir tan aislada del mundo que aunque por una parte no me agradaba, por otra, me resultaba reconfortante  y reanimador. Me movía, más que nadaba, avanzaba despacio,al dar una de las vueltas, vi su sombra.
                    Saqué la cabeza del agua mientras daba un grito, terrorífico, espantoso, al menos eso fue lo que me pareció. Pataleé con fuerza hasta la orilla cercana, subí la escalerilla lo más rápido que pude y miré hacia atrás, corrí mientras ví a mi marido que se reía de mí, las manos en los costados, creo que a partir de ese momento, entre nosotros, nada fue lo mismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.