domingo, 21 de noviembre de 2010

EL TAXISTA

                    Cerré la tienda, como siempre a la misma hora, era una librería, pequeña de tamaño, pero donde podías encontrar de todo, pues ya me encargaba de visitar con asiduidad, todas las ferias y estar al día de lo último que se escribiera. Estaba cansada, pues el día había sido duro, no fui a comer a casa, desde por la mañana hasta la noche, la pasé en el trabajo. En casa no me esperaba nadie, pues vivía sola, mi novio, tenía su casa propia, a mí no me gustaba compartir vivienda, me parecía un abuso de mi intimidad. Tampoco quería casarme con él, aunque lo habíamos hablado muchas veces, él era mas conservador en ese aspecto, un matrimonio, no le hubiera importado. 
                     Él, trabajaba en un taxi de su padre, se pasaba las noches en la carretera, nos veíamos poco. Pero la relación entre ambos, funcionaba mejor así, pues su carácter, un tanto difícil y misterioso, nos hacía discutir con frecuencia.
                     Su nivel social, era inferior al mío, yo era universitaria, mientras que él, no tenía ni estudios superiores. Vivió y se crió en una barriada de extrarradio en donde lo que aprendió en su infancia, fuera del colegio, era como se drogaban y se peleaban los chicos de su barrio. Mis padres no es que fueran millonarios, pero nos dieron a mis hermanos y a mi lo máximo que pudieron en estudios y normas de urbanidad. 
                      Cuando lo veía escribir msm y contemplaba las faltas de ortografía o lo escuchaba hablar con las típicas coletillas que se decían en su barrio, me ponía de los nervios y a pesar de corregírselas, por indicación suya, cuando volvía de casa de sus padres, venía de nuevo con ellas.
                       Mi familia, al principio, no entendió esa relación, con aquella persona que según ellos no me aportaba nada, pero cuando pasó el tiempo y lo conocieron, entonces, comprendieron. 
                        Porque Andres, tenía algo, algo, que pocos hombres tienen, aparte de su carácter difícil, era una persona legal y leal, y lo principal de todo, Andres, me amaba de una manera entregada, daba la vida por mí, de la misma forma que yo la daba por él. Era incapaz de fallarme en  la menor de las situaciones, lo había comprobado en estos años que llevabamos juntos, ese amor incondicional, era lo que hacía que con él, la vida fuera, simplemente, diferente.

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